Columna de Alejandra Sepúlveda: La “economía plateada”
La vida puede ser una vuelta larga hasta llegar al principio… parte diciendo la periodista Carmen Gloria López al presentar su recién estrenado pódcast “Las que vienen de vuelta”, donde entrevista a un puñado excepcional de mujeres que entregan sabias pistas sobre cómo vivir el último tramo de la vida.
Parte con la destacada ensayista Adriana Valdés (80), que declara estar hoy desbrozando las cosas, quedándose con lo que realmente le importa. “Así estoy viviendo en este momento, porque el tiempo a estas alturas se valora muchísimo (…) es un tiempo acotado en el que tienes muy presente la finitud de la vida y la fragilidad de la independencia”, comenta.
Al escucharla a ella y a otras personas en diversas instancias, parece tan obvio el enorme aporte que las personas mayores hacen a la sociedad. Y, sin embargo, en lo cotidiano, muchas veces esto no pasa de ser una declaración de intenciones. Aún no estamos viendo más allá, ni sopesando uno de los desafíos más importantes de nuestro tiempo: al 2050, a nivel mundial, la población de 60 años y más será de 2.000 millones de personas (ONU), y en Chile representará el 25% (INE).
Una respuesta a este fenómeno es la “economía plateada”. Esta propone enfocarse en las oportunidades y retos que una pirámide poblacional invertida presenta para muchos países -por ejemplo, se estima que la actividad derivada de los mayores de 60 años aportará el 32% del PIB europeo en 2025-, dando respuesta a sus necesidades de inversión en salud, tecnología, ocio, seguros, entre otros. Pero, más allá de las oportunidades de mercado por su potencial consumo, también cabe relevar la importancia que tiene aprovechar al máximo el talento y experiencia de una población cuya esperanza de vida rebasó las ocho décadas en promedio.
Así, preservar y estimular la vigencia de los adultos mayores es clave. El trabajo es uno de los habilitadores principales y, por lo mismo, las empresas pueden hacer mucho al respecto, ofreciendo oportunidades laborales que combinen adaptabilidad, capacitación, reconversión de habilidades; reclutamiento activo, promoción de prácticas de mentoría y de entornos laborales libres de sesgos (Pacto Global, OIT).
Otros habilitadores importantes de un envejecimiento positivo son el bienestar y calidad de vida en esta etapa, que se logra también con un acceso adecuado a infraestructura y servicios, a la participación ciudadana y la integración social, la vida comunitaria, las redes y la colaboración en las comunidades.
La evidencia muestra que valorar a las personas en esta etapa de la vida preserva su autovalencia, permite construir sociedades más prósperas, justas, e inclusivas, donde los sistemas de protección social operan de manera adecuada, orientados a asegurar derechos (educación, salud, pensiones, cuidados), para no dejar a nadie atrás, con buenos estándares de suficiencia y sin sobrecargas financieras imposibles.
Mirar de frente un fenómeno al que la economía ya le ha puesto nombre, no es solo lo práctico de hacer, también es lo ético. Se trata de la sociedad en la que queremos vivir.
Por Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva de ComunidadMujer