Columna de Alejandra Sepúlveda: La PAES, la PISA y la elección vocacional

Estudiantes Universitarios


A fines de noviembre, más de 287 mil estudiantes rindieron la PAES y esperan sus resultados para optar a la Educación Superior. La promesa de un futuro laboral se cruza con la inseguridad de la elección de carrera y la incertidumbre de si tal inversión de tiempo, esfuerzo y recursos logrará el objetivo anhelado: asegurar el acceso y desarrollo laboral.

La elección vocacional es pues un proceso complejo, en el que se conjugan la historia escolar y familiar, intereses, aptitudes y motivaciones que inciden en los proyectos de vida. Estas decisiones son el precursor de la segmentación del mercado laboral, que está extremadamente marcada, entre sectores masculinizados y feminizados. Por ello es fundamental analizar qué estamos haciendo en el sistema escolar para que nada esté cambiando realmente y perdamos tanto talento que no puede desplegarse plenamente.

Los estudios demuestran que las diferencias en la elección de una carrera se explican por percepciones de autoeficacia de niños y niñas durante la etapa escolar. Así, las mujeres muestran menores expectativas en su desempeño en áreas como matemáticas, ciencias y tecnología y se perciben más eficaces en lenguaje y relaciones sociales. Lo complejo es que se trata de percepciones adquiridas en el proceso de socialización temprana, mediadas en la escuela, en la familia y en otras instituciones como la iglesia.

Estos estereotipos -que obviamente no vienen dados al nacer- determinan cómo niños y niñas perciben sus propias habilidades, a riesgo de terminar asumiéndolas como reales. Ello llevaría a más mujeres a escoger carreras en áreas de servicio y a más hombres en áreas de tecnología, en una búsqueda de congruencia entre los roles socialmente asignados y las metas profesionales (Sainz, 2017).

Los recientes resultados de la PISA 2022, ilustran la complejidad de las brechas del sistema educativo chileno, con resultados por debajo del promedio de la OCDE en matemáticas, lectura y ciencias. En cuanto a brechas de género, una muy mala noticia: reapareció la diferencia en matemática que había disminuido en la última medición: los niños superaron a las niñas por 16 puntos. A nivel mundial, esto ocurrió en 40 economías. No obstante, en otras 17 las niñas superaron a los niños y no se encontraron diferencias significativas en los 24 restantes. Usando los resultados de PISA, los análisis muestran que la brecha de género en el desempeño en matemáticas se correlaciona con oportunidades económicas y sociales de las mujeres en el futuro (Fryer y Levitt, 2010) y con variables fundamentales como la participación laboral femenina.

Tenemos que dejar de naturalizar las diferencias e indagar en profundidad como la pandemia, el cierre de las escuelas, la sobrecarga de trabajo doméstico en las niñas, los problemas de convivencia escolar y las menores expectativas de profesores y padres en el rendimiento de ellas (Mizala, et al 2015) está afectado sus trayectorias.

La educación es un elemento clave para la movilidad social. Mirar a través del prisma de género, debería llevar a quienes implementan las políticas públicas a observar el trasfondo de un asunto que se eterniza y requiere acciones urgentes.

Por Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva de ComunidadMujer

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