Columna de Alejandra Sepúlveda: Paridad, un mínimo

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¿Podemos asegurar que habrá paridad de género en el nuevo proceso constituyente que están negociando las fuerzas políticas en el Congreso? La respuesta debiese ser que sí, dadas las declaraciones de sus más importantes representantes. Pero la realidad es que, en esta nueva etapa, no es tan obvio que se vuelva a repetir el mecanismo de elección con “paridad de salida”, a pesar de que la elección de la Convención pasada significó un avance inédito para la representación de las mujeres. La resistencia de los sectores más conservadores está a la vista.

La paridad, hay que insistir, no es antojadiza. Es una forma de entender la representación política, que busca solucionar la histórica exclusión de las mujeres de los espacios de poder y alcanzar de manera permanente una representación equilibrada en los órganos de toma de decisiones.

La evidencia demuestra cuán necesario es avanzar en esa dirección. Las cifras son elocuentes: hasta el año 2020, de los 4.029 parlamentarios que han sido parte del Congreso desde su fundación, solo 2,7% (108) fueron mujeres. Para corregir esta distorsión, en 2015 se promulgó la Ley de Cuotas en las candidaturas al Parlamento para cuatro elecciones sucesivas. En 2017, la presencia femenina aumentó en 7 puntos en ambas cámaras: 22,6% de diputadas y 23,5% de senadoras. En 2021, hubo un salto significativo de diputadas (35,5%), mientras que las senadoras sumaron un desalentador medio punto (24%). Dado que la cuota tiene carácter nacional, hay regiones que no cuentan con mujeres en el Congreso: las circunscripciones de Arica y Parinacota, Coquimbo, Biobío, Los Lagos y Magallanes, y los Distritos 1 y 26.

Frente a este difícil derrotero, en la elección de constituyentes de 2021 se aprobó una reforma para contar con el 50% de presencia de cada sexo en las listas de candidaturas por distrito, encabezadas por una mujer, ordenadas alternadamente y con la aplicación de un mecanismo de corrección final. Gracias a estas medidas, ellas obtuvieron un 50,3% de las preferencias y ellos un 49,7%. Es decir, la “paridad de salida” para conformar la Convención, favoreció más a los hombres (11) que a las mujeres (5). ¿Se puede considerar esto una derrota? Por supuesto que no. El mecanismo cumplió su objetivo: la representación sustantiva.

Hoy los partidos políticos retoman las conversaciones para definir la hoja de ruta que tendrá este nuevo proceso. El llamado es a asegurar que la Constitución se escriba con las mujeres y este principio esté garantizado en los acuerdos transversales venideros; que todos los procesos y órganos que se definan en cada etapa cuenten con paridad, lo que también debe aplicarse en una eventual comisión experta.

Las mujeres necesitamos garantías de que habrá un acceso y distribución equitativa del poder político. Se trata de un imperativo de igualdad y justicia que fortalecerá nuestra democracia.

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