Columna de Alejandra Sepúlveda: Salarios, ¿cuándo a las mujeres les compensa trabajar?

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Acabamos de conmemorar el Día Internacional del Trabajo, un momento propicio para revisar los indicadores del mercado laboral chileno y entender cuáles son las barreras y facilitadores para atraer a más mujeres a la formalidad. ¿Qué piensan ellas? Un reciente estudio de Cadem y la Fundación ChileMujeres le preguntó a una muestra de personas de 18 años y más -700 casos- qué alternativas les ayudarían a tener un trabajo. Un 50% de quienes están dedicados/as al cuidado del hogar y la familia contestaron como primera opción tener mayor flexibilidad de horarios y el 46% de quienes están buscando trabajo, el acceder a un sueldo más alto. Bien lógico si analizamos, por ejemplo, la situación de las llamadas “inactivas blandas”, es decir, aquellas mujeres que bajo ciertas circunstancias más favorables estarían dispuestas a buscar una labor remunerada fuera del hogar.

En tal sentido importa analizar un concepto, que en la economía laboral se conoce como salario de reserva. Esto es, aquella remuneración por encima de la cual a un individuo le compensa trabajar. Para las mujeres este es un verdadero dilema, porque ganan poco y la brecha salarial de género ha sido muy persistente en el tiempo. Entonces, si consideramos que el ingreso medio mensual de los hombres ocupados es de $572.968 y de las mujeres es de $454.723 (ESI, INE 2022), ya tenemos un problema: una diferencia en detrimento de ellas de -20,6%.

Cierto es que el salario mínimo subirá este año a los $500 mil pesos, pero a la hora de sacar cuentas, las mujeres deben sumar a los gastos básicos individuales y de su familia, aquellos que ellas subsidian, realizado labores de manera gratuita. Esto implica calcular cuánto dinero tendrían que gastar en pagarle a una persona externa para que realice, por ejemplo, el trabajo de cuidado de niñas y niños de 0 a 4 años, preparar la comida, limpiar, entre otras tareas. No es fácil que den las cuentas, sobre todo si consideramos que, solo en estas labores, ellas invierten más de 5.500 horas anuales (ENUT 2015).

¿Cuánto más alto entonces debiera ser el salario de reserva? Hace una década era de un 30% más, hoy con la mayor alza del costo de la vida, del valor del empleo doméstico remunerado, y sin haber podido avanzar aún en una reforma a la sala cuna y con un sistema nacional de cuidados en ciernes -y aún sin una ley marco-, es probable que este porcentaje sea mayor. De cualquier modo, la solución no pasa por dejar a las mujeres que sí quieren participar en el mundo del trabajo confinadas en el hogar para que continúen subsidiando una labor de reproducción que debe ser responsabilidad de toda la sociedad.

Para incorporarlas efectivamente se requieren salarios más altos, pero sobre todo evitar toda diferencia que no se pueda explicar objetivamente, y que la OIT calcula en 17,2% (la brecha salarial no explicada). Porque eso es discriminación y frente a ella no podemos hacer la vista gorda.

Por Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva ComunidadMujer