Columna de Alessio Arata: Chile: la Suiza de Latam todavía puede ser una realidad
"Esto hace pensar en Chile como cuna de una nueva generación de emprendedores, protagonistas de una economía 2.0 donde scaleups de base tecnológica, multiculturales y abiertas al mundo, destaquen por sobre los sectores tradicionales. Una red de empresas líderes en sus segmentos y fuente de puestos de trabajo de calidad, oportunidades, desarrollo de talento y movilidad social."
Suiza, reconocida por la puntualidad, los chocolates y los quesos, guarda una relación con Chile que va más allá de su accidentada geografía, entre lagos y montañas, que hace recordar el sur del país. Hace no muchos años atrás, por sus niveles de prosperidad, Chile era considerado como la “Suiza de Latam”.
Sin embargo, después de los distintos fenómenos que han generado incertidumbre política, económica y social, la realidad de Chile cambió. La inversión disminuyó, el crecimiento económico se detuvo y afloraron múltiples demandas sociales que se sentían postergadas en parte a raíz de décadas de progreso. Este descontento dio paso a un discurso donde el desarrollo social estaba en contraposición al empresarial y donde la distribución de la riqueza pasaba a tener un rol preponderante en desmedro de la inversión y el crecimiento.
Ese relato, muy presente en América Latina, sugiere que esas ideas, contrarias al mercado, son la base de un país moderno, ecológico y de bienestar social. Mientras tanto, países considerados referentes siguen un camino más equilibrado, como es el caso de Suiza, donde la ciudadanía incluyó el uso de la bicicleta en la constitución, pero también se mostró en contra de la reducción del consumo de recursos naturales. En otro referéndum, el 70% de la población se opuso a adoptar una política agrícola de producción sostenible que restringiría la importación de alimentos. También, con un 77%, se rechazó una renta básica universal garantizada y 67% de los votantes prefirieron no extender las vacaciones legales pagadas de cuatro a seis semanas.
Mientras tanto, en Chile se propone la adopción de una política industrial que, además de anacrónica, es poco atractiva para economías pequeñas, distantes de los principales centros tanto de consumo como de elaboración de materias primas, y con mano de obra relativamente costosa. Siendo más efectivo poder complementar - y no sustituir - una explotación eficiente y sustentable de recursos naturales con un sector servicios de alcance global.
En la exportación de servicios intensivos en conocimiento no hay barreras geográficas, el capital requerido es menor y la competitividad depende de factores internos como el acceso a talento, los tratados de libre comercio, la carga tributaria, la flexibilidad laboral y la existencia de un ecosistema adecuado que permita un efecto multiplicador en el fomento a la innovación y el emprendimiento de base tecnológica.
Esto hace pensar en Chile como cuna de una nueva generación de emprendedores, protagonistas de una economía 2.0 donde scaleups de base tecnológica, multiculturales y abiertas al mundo, destaquen por sobre los sectores tradicionales. Una red de empresas líderes en sus segmentos y fuente de puestos de trabajo de calidad, oportunidades, desarrollo de talento y movilidad social.
Suiza es un buen ejemplo de economía abierta exportadora de bienes y servicios de alto valor agregado. Es un centro financiero y sede de importantes organizaciones y empresas, además de centros de investigación, hospitales y escuelas de ingeniería y negocios en posiciones de liderazgo a nivel mundial. Referente tanto en rankings de libertad económica, competitividad e innovación como en índices de calidad de vida y desempeño medioambiental, evidencia que crecimiento y desarrollo social no se contraponen.
El caso de Suiza evidencia que valores como la diversidad, la confianza y el respeto por las personas, reglas y tradiciones son fundamentales para construir una sociedad donde el propósito común va más allá de las ideologías. Con énfasis en dichos valores Chile puede perfectamente, no sólo recuperar la senda del crecimiento sino también encontrar su propio relato que asegure bienestar social y desarrollo sostenible.
* El autor es emprendedor Endeavor y fundador de RMES
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