Columna de Alfonso España: El liberalismo en tiempos de populismo

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Foto: Andrés Pérez


El proyecto liberal emerge en oposición a formas de gobierno que ponían en peligro la vida, libertad y bienes de las personas. Así, desde el siglo XVII hasta la actualidad, lo que desde las Cortes de Cádiz (1812) se denominó “liberalismo” ha consistido en la defensa de las libertades individuales y el establecimiento del Estado de derecho.

A pesar de ser más exitosa económica, social y políticamente que el resto de las ideologías, el orden liberal nunca ha llegado a ser –como alguna vez imaginó Francis Fukuyama tras la caída del Muro de Berlín– la plataforma básica aceptada por la mayoría desde la cual discernir nuestros destinos. Muy por el contrario, ha debido abrir su camino a veces en contra del sentido común y sus fundamentos siempre han estado bajo agudos cuestionamientos. En este contexto, el desafío de los liberales desde un punto de vista intelectual ha sido siempre responder frente a esos cuestionamientos, reforzando la idea de que no solo es posible, sino además necesario encontrar soluciones políticas moralmente consistentes con la idea de libertad de las personas.

Sin embargo, en importantes periodos de tiempo las ideas liberales han sido derrotadas, como ocurrió con el socialismo y el fascismo en el siglo XX. Todos esos proyectos alternativos al liberalismo (político y económico) tenían en común lo que Friedrich Hayek denominó “colectivismo”, esto es, la instrumentalización estatal de los individuos en función de una finalidad unitaria. Las consecuencias y el fracaso de estos verdaderos experimentos sociales son por todos conocidas.

Lamentablemente, las sociedades parecieran aprender poco de la historia y tienden a repetir los mismos errores. Hoy, el colectivismo está resurgiendo, pero con la máscara de un populismo contrario a los tratados e instituciones internacionales. El problema contemporáneo no consiste solo en que el colectivismo amenaza la propiedad de las personas (vida, libertad y bienes), sino también que solo a través de la coordinación y cooperación entre los Estados podremos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y prevenir una guerra de destrucción masiva. No obstante, estas posibilidades se desvanecen con el colectivismo que, al debilitar la democracia y las instancias multilaterales, pone en riesgo la paz y la cooperación internacional.

Isaiah Berlin sugirió alguna vez que las incompetencias del liberalismo ayudaron a abrir la puerta al triunfo del irracionalismo político del siglo XX. Puede que los liberales tampoco estemos aprendiendo lo suficiente de la historia y estemos cometiendo el mismo error que se cometió el siglo pasado, abriendo las puertas al irracionalismo político del siglo XXI. Pero la diferencia es que, para nuestra época, la equivocación podría ser fatal e irreversible.

Por Alfonso España, investigador de Horizontal