Columna de Alfredo Jocelyn-Holt: A calzón quitado
Lo que trasciende a diario sobre el subsecretario Monsalve más lo que confunde que aclara. Mejor abordemos, por ahora, lo que debiera saberse pero se finge no entender. En concreto, que el problema con La Moneda tiene que ver con lo que se espera de ella más que con lo que ofrece. ¿Ha notado como a Boric le subrayan su título de Presidente?
Sin embargo, la Presidencia de la República no es representativa de todos los chilenos. Cuestión fundamental, ¿o usted es de los que siguen sosteniendo que lo es? Le recuerdo que Allende tuvo la decencia de desmentirlo, y eso que le encantaba pasearse con banda presidencial. Es cierto, cínico no era. Jamás pretendió encarnar la unidad nacional o los intereses del país como un todo político-social indiferenciado. ¿Por qué presumir algo distinto hoy, o le parece que estamos más unidos que el 70 o el 73 viviendo en normalidad? Es más, ¿a este gobierno zigzagueante hay que darle una y otra oportunidad porque a pesar de que opositores lo aborrezcan, no todos se atreven en su contra? No faltan beatos cívicos quienes sienten deberle un respeto sacrosanto a gente con insignias de poder (como en su momento al monarca y jefazos que luego guillotinan).
Conforme, les siguen dando rienda suelta y se continuará aguantando el desastroso desempeño de este tropel de negligentes no idóneos, y los cuatro ministerios claves a la fecha a merced de comunistas (gracias a lo de Monsalve, el último). ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que a alguien le caiga la teja encima que el culebreo del gobierno es pura táctica, y que jamás lo van a controlar? ¿Hasta que renieguen de las lealtades juradas para con la legalidad?
El punto es que más temprano que tarde se llevarán una sorpresa no tan sorpresa. El declive inevitable requerirá hacerse cargo de lo único institucional que quede con recursos, y en pie -la Presidencia- que volverá a ser codiciada sin que falten los que ofrecerán “protegerla”, no sólo en función de principios teóricos, económicos o históricos. Tratándose de golpistas, enseguida se harán cargo de la situación, arrasarán sin vergüenza con el sistema político en su conjunto, y luego agudizarán lo más propio y potencial de sistemas ejecutivos a cargo del aparato estatal, importándoles cero los derechos humanos (si antes no los hubo, por qué habrían de ser eternos). No otra la intención, conste, que volver este estatismo aún más “omnívoro”, centralizador y dirigiste, es decir, dictatorial.
En efecto, no conozco a ningún presidencialista, menos en Chile, que no sea un secreto o abierto admirador de gobiernos autoritarios sin trabas. Corríjame si no. Y, conste también, que no necesariamente de derecha va a ser el sesgo a favor esta vez. En cuanto a si resultará una farsa, habrá que confirmar si Hegel y Marx otra vez aciertan.
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador
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