Columna de Alfredo Jocelyn-Holt: El futuro que ya fue
Hablábamos la vez pasada en esta página de cómo la izquierda está desesperada. Es que o si no, no se entiende que no se pueda decir sino esto o aquello (no lo que libremente se piensa del Golpe del 73), estén montando campañas comunicacionales, propaganda segura, y el oficialismo en gira por Europa ande obsesionado con uniformar pareceres, como si ello fuese posible. No ha habido consenso respecto a la Conquista de América, ni lo hay para nuestra institucionalidad liberal, ¿por qué habría de haberlo sobre el 73? En el fondo, nunca han querido examinar la complejidad histórica de este hito (bajo Patricio Fernández tampoco). De ahí que, desde un comienzo, hayan insistido en tres ideas fuerza: Memoria, que no es lo mismo que historia, Democracia y Futuro. Y así no más fue como lo anunció Fernández: “El reto de Boric no es la vuelta al pasado, sino que patear la pelota hacia el futuro”.
Para el PC, sin embargo, el futuro sigue siendo Allende y el programa vintage e inconcluso de la UP, lo cual tiene cierta lógica. Incluso Paul Valéry ha afirmado que “la memoria es el futuro del pasado” (Cahiers, XIX, 1936), “entramos en el porvenir retrocediendo”. El futuro suele basarse en una relectura del pasado que dejó de existir, aunque algo perdure gracias a dicha relectura. Con todo, hasta “el cangrejo mismo” ha debido renunciar a él, agregaba Valéry (“Nuestro destino y las letras”, 1937). “¿Acaso podremos... vivir como si lo por venir solo fuera ilusoriamente expresable por lo que fue, e inteligible y útilmente definible por lo que ha sido?”. Y es que “como lo demás en nuestro tiempo, el futuro ya no es lo que era”: el cambio se ha vuelto desbocado.
Una gráfica explicación de lo anterior cuenta Alan Hess, historiador de la arquitectura moderna, refiriéndose al estilo Googie de las cafeterías californianas de los años 50. Durante décadas los angelinos iban al muy icónico café Ship’s para constatar, a gran escala y a tres dimensiones, “lo que alguna vez pensamos que sería nuestro futuro. Pero, cuando lo botaron, habíamos cambiado de opinión sobre cuál sería nuestro futuro. Mientras permaneció en pie, pudimos recordar lo que alguna vez habíamos creído, y reflexionar sobre por qué nuestro futuro había cambiado tanto”.
Para nada nuestro caso. Giramos en torno a las tesis de Stephen Hawking: “el pasado, como el futuro, es indefinido y existe solo como un espectro de posibilidades”. Por tanto, nunca faltará el presuntuoso que enterado de múltiples universos paralelos, le pregunte a la física y a físicos: “¿Significa eso que hay un universo allá fuera en donde soy más listo que tú?”. “Sí -respondió Hawking en una ocasión- y también un universo donde eres gracioso”. Como todo lo del PC y el progresismo izquierdista de hoy, en algún universo paralelo, patas para arriba, pero no el nuestro.
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador