Columna de Alfredo Jocelyn-Holt: El miedo de Tohá

Monumento de General Baquedano es reinstalado en el Museo Historio Militar. Jonnathan Oyarzun/Aton Chile


¡Qué laya de suerte nos ha tocado! Tenemos una ministra del Interior que confiesa públicamente tener miedo. ¿Qué hay de bueno o malo en ello? ¿Es que no debiéramos celebrar tal diáfana honestidad viniendo nada menos que del poder mismo? Si incluso Thomas Hobbes es quien reconoce que “el origen de las sociedades grandes y duraderas no se ha debido a la mutua benevolencia de los hombres sino al miedo mutuo” (De Cive).

Discutible. El planteamiento de Hobbes no es confiable, habiendo sido concebido por alguien que juega con cartas marcadas. Dice lo anterior y pretende deducir de ello que no nos cabe más que renunciar a todas nuestras libertades y confiarlas a un monstruo-el Leviatán- el cual nos garantizará paz y seguridad, legitimando de ese modo tiranías absolutas.

Análogo pareciera ser la no menos mañosa oferta del actual gobierno. Recordemos lo que decían no hace mucho. Les llegaban a entregar el país a ellos y no tendría por qué volver a ocurrir lo que todos vimos repetidas veces suceder con la estatua de Baquedano. La violencia, los vejámenes, la odiosidad, y el pasar a llevar el sitio que durante 93 años disfrutaron el caballo y jinete de Virginio Arias gozando de un respeto y admiración nacional incuestionados. Otra cosa, aseguraron, sería si ellos estuviesen a cargo en calidad de defensores de tan anhelada “dignidad” necesitada de reactualización. Ellos los empoderados, presidiendo los destinos de Chile harían innecesarias las protestas, se frenaría a la “Primera Línea” que, para bien o para mal, tuvieron que tolerar y aplaudir en su momento (porque cómo o si no, si hay que hacer cambios como sea). En definitiva, lo suyo vendría a ser la corrección política debida, tan esperada en este país.

Pero, no ha sido así. Nuestra principal autoridad a cargo de la seguridad dice sentir temor si se intenta devolver la estatua a su lugar de siempre. Compárese dicha respuesta con la famosa declaración de Franklin Delano Roosevelt cuando, en 1933, le declaró la guerra a la Gran Depresión que azotara EE.UU.: “A lo único que debemos tenerle miedo es al miedo mismo; indescriptible, injustificado, que paraliza los necesarios esfuerzos para convertir la retirada en avance”. Palabras que años después no tuvo que repetir (sus compatriotas no las habían olvidado), cuando le declaró la guerra a Hitler. Vieja idea basada en Montaigne y Henry Thoreau, consistente en que si se ha de gobernar a otros hay que saber autogobernarse a sí mismo primero, y no hacer concesiones a infelices o a situaciones otro tanto que chantajean forzándonos a temer.

Pero lo ignoran. A su antecesora la recibieron a balazos en La Araucanía. Y siendo alcaldesa, Tohá vio lo que pasó con el Instituto Nacional. Es que, enfermos de desidia, no han hecho ni seguirán haciendo nada para mejorar la situación.

Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador