Columna de Alfredo Jocelyn-Holt: ¿Es la U. de Chile un outlet de La Moneda?
Lo de la Universidad de Chile no tiene nada de novedoso. Llevamos más de quince años en este despelote. Negado oblicuamente todavía hoy por quienes rasgan vestiduras, indignados, desfilando por la prensa, aun cuando en su momento no hicieron caso a signos que había de sobra, o estimularon la juerga y ahora aparecen choqueados de espanto. Conste que desde adentro y fuera de la universidad.
Que esto no es más que una manifestación patente del estado del negocio, no habiendo misterio alguno. Sabemos qué es un outlet: un punto de venta que expende productos dañados, pasados de temporada, o saldos en liquidación. En Alameda con San Diego, para ser exactos, con los correspondientes lienzos en su fachada anunciando rebajas, al frente del Club de La Unión, a punto de cerrar. Es cierto, es lamentable, el barrio no puede haberse degradado más. A dos cuadras está esa otra casona del centro histórico, La Moneda, igual de vulnerable (con simpatizantes del ultrismo ya dentro del palacio). Quizá lo que explica por qué hasta las autoridades han comenzado a ponerse nerviosas.
Para empezar, en la universidad no saben qué hacer. No están dispuestas a reconocer que no haya unanimidad en su interior, habiendo académicos a favor de que desalojen los “acampes” que es lo que en cualquiera institución seria que valora su sobrevivencia (en EE.UU. desde luego) se hace, a riesgo de que por el contrario la Casa Central se convierta en casa okupa. No aquí en que priman lógicas burocráticas en rectoría (de la cual su actual rectora ha sido funcionaria dieciséis años), y esa gente siempre mira para arriba conforme la Ley del Gallinero. Es decir, a la Presidencia de la República, en quien recae el “Patronato de la Universidad”, y es la mano que los alimenta financiera e ideológicamente como nunca antes. A tal punto coinciden sus miradas. “Una toma era comprensible en 2011; no es lo mismo en 2024″ señaló Devés. Boric no lo podría haber dicho mejor. Incomprensible doctrina, a menos que la veamos como corolario de esa otra ley, la Ley del Embudo (ahora que ellos son el poder), y coincidieran con Devés en la gira presidencial por Europa (mientras la universidad bullaba), y quizá también se encontraba el jefe de gabinete de la rectora, nexo clave.
Nada de este despelote es nuevo. En 2007 en Filosofía y Humanidades quemaron libros. En 2009 fue la toma en Pío IX. Por esas mismas fechas Devés visitaba un “ayuno solidario” de la FECh en apoyo a huelguistas de hambre mapuche. En 2013 un ataque de encapuchados en Gómez Millas casi le cuesta la vida a un profesor. Desde la elección de Ennio Vivaldi sabemos que no se llega a rector sin el apoyo del Partido Comunista, y desde este gobierno se llega a embajador en Roma. Pinche manera, dirían los mexicanos, de terminar la carrera de rector. (Noticia en rodaje)
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador
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