Columna de Alfredo Jocelyn-Holt: Irreverencias
Disculpe que le pregunte, ¿es usted de los que no quiere más con el golpe y sus 50 años? Ha sido insufrible, lo sé. Se les ha pasado la mano a muchos. Al caradura que afirmó que a la UP la derrocaron porque no podría haberlo hecho mejor. Al que lanza vituperios a destiempo (“Allende… no tenía muchas convicciones”). Al MAPU converso que nunca pierde, que junto con reconocer la derrota se muestra triunfante sentado en diversos directorios de empresas: “Siento ser más auténtico ahora que entonces”. O, al salomónico que propone poco menos que negociar la historia, y ofrecer como consenso mínimo el “nunca más” que invariablemente se pasa a llevar. Curioso, sin embargo, que nadie se atreva a ser irreverente. Estas conmemoraciones suponen que somos todos unos enfermos de grave, unilaterales, adictos a simplificaciones y cero autocríticos.
Por eso leer Allende, la señora Lucía y yo de Guillermo Tejeda, libro publicado hace 21 años, sirve de purgante para desatorarse de lo de ahora. Son memorias muy descarnadas que no dejan títere con cabeza sobre la UP, el Golpe, y el desastre que siguiera. En efecto, se precisan agallas para decir que el último discurso de Allende fue “patético”. “¿Más temprano que tarde?... ¿Adónde envió a los trabajadores? A la nada misma”, pregunta y responde. “Las tropas de Allende, en rigor, no comparecieron… no tenía más tropas que las que se le sublevaron”; y (haciendo suyos dichos de Pinochet) “los cordones industriales… no fueron capaces de oponer resistencia alguna porque se trataba de gente buena para armar sindicatos, asambleas, marchas y tomas en base a coligüe y linchaco”. “Poca cosa”, los guevaristas. Lo que es los comunistas, “eran como una fatalidad”, hechizados por el Partido (menciona a varios que lo abandonaron aunque siguen parecidos a lo que fueron).
Si se trata de entender en qué estamos, estas memorias son útiles: constatan lo relativo que es el paso del tiempo. ¿Cuántos que subieron el lienzo “El Mercurio Miente” en el frontis de la Casa Central de la UC escriben o los entrevistan en ese mismo medio hoy? Días atrás se decía que Jarpa nos libró de seguir en dictadura; en este libro aparece manduqueando a Patria y Libertad en acción en Plaza Italia. El que acusara a Allende de falta de convicciones, y que cito arriba, figura en esta época dirigiendo una revista donde trabajaba Tejeda, “un poco izquierdosa pero no mucho… criticaba a Allende, pero tampoco vamos a decir que demasiado” (típico de los DC). Y no es que Tejeda se exima él mismo de estas críticas despiadadas. Confiesa haber sentido agrado viendo al “momiaje” sufrir el desmoronamiento de su poder. El ambiente era tóxico: “primaba simplemente el odio y un deseo de mutua destrucción”. Así no más fue, y está visto que el paso del tiempo en el entretanto ha importado muy poco.
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador
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