Columna de Alfredo Jocelyn-Holt: La casa de Allende
Paso todo el tiempo frente a la casa en calle Guardia Vieja en mis caminatas diarias; incluso una vez me topé con Isabel, hija del presidente quien, muy gentil, me mostró su interior, lo suficiente como para confirmar lo extraordinaria que es como vivienda. Me atrae desde que mi padre arquitecto le hizo entrega a Allende de un encargo personal de Orlando Letelier (trabajaban en el BID en Washington) para la campaña de 1970, y me la describió. En una foto de época de revista norteamericana aparecía un gobelino vistoso, típico de residencias acomodadas, y eso que no es ninguna mansión. Compacta aunque espaciosa, de un impecable lujo modernista, unas sillas de terraza actuales también; con jardín cuidado, pareada con otra idéntica en pie, presumo que alterada (originalmente casas de Arteaga y Mujica por sus mandantes de 1948, Allende compra en 1953).
Lo que es histórico a la vez que contradictorio. ¿Cómo fue que Allende y Fernando Castillo Velasco, el fino arquitecto de la casa y ex rector de la UC-figuras claves que le subieron el status a la clase media ilustrada conforme parámetros de la Postguerra consensuada, ni uno de ellos de extracción popular-renegaron muy luego, años 60, de su pasado de clase y abrazaron causas revolucionarias que terminaron en derrota tremenda para con esta trayectoria anterior? Es lo que esta casa ejemplifica.
Debiera ser preservada y protegida, si no por otras razones porque la clase media aún no tiene historia escrita ni sitios de memoria significativos, lo que delata a historiadores y museólogos que repudian otro tanto sus propios pasados sin hacer su pega, optando por la estrategia popular. Y porque este sector profesional de clase media alta, en connivencia con círculos tradicionales, recién los desafiará y promoverá su liquidación ya antes con Frei Montalva rematando la UP. Ingenieros de Beauchef y CORFO, economistas de CEPAL, “abajistas” conspicuos (C. Altamirano Orrego, G. Valdés Subercaseaux, M. Puga Concha), el mundo de Cachagua (no tanto Zapallar), arquitectos, artistas y escritores (Neruda, N. Antúnez, J. Edwards Valdés), figuras de las colonias árabe y judía, y hasta ultristas (algunos comunistas, socialistas, MIR y MAPU, los últimos, sus retoños). Esta casa habiendo sido un lugar neurálgico de sociabilidad de esta gauche dorée.
De insistir en hacerla museo, impedirá que se edifique un adefesio en altura, vale, y habrá que quizá comprar la casa pareada, o será una animita. Ojalá hagan una donación más decente que meros zapatos como el 2023, y con todas las de la ley. ¿Es que no hay millonarios progresistas que se la compren a los descendientes y donen a la Fundación Allende? Empezando por Boric que tiene un excesivo sueldo asegurado de por vida. ¿Demasiado cara y no gratis? La casa vale el desembolso. Hagan algo bien.
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador
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