Columna de Alfredo Jocelyn-Holt: La importancia de ser maduro
Qué temeridad la de Boric aceptar dialogar con Nicolás Maduro. La falta de simetría es evidente. De llegar a producirse la “cumbre” a lo que menos se parecerá va a ser a la entrevista de Bolívar y San Martín en Guayaquil. Ese encuentro involucró a dos colosos, y aun cuando San Martín debió salir de escena, siguió siendo un titán. Maduro es de otra especie, un gigante parecido a Sadam Hussein, con quien mejor uno no se mete. Ha sido conductor de autobuses, guardaespaldas, y jefe sindical.
Pero que hará honor a su apellido, téngase por seguro. No es un principiante, menos alguien que vaya por la vida intentando encontrarse a sí mismo preguntándose quién es, qué hacer, a dónde va. Extrañísimo esto de “habitar” la Presidencia de la República y protagonizar un Bildungsroman (novela de aprendizaje). No se agota en ensimismamientos. “Con Maduro +” se llama su nuevo programa de televisión. Se hace acompañar del fantasma del “Comandante Eterno”, de los 25 años de la “Revolución Bolivariana”, y de un ejército con una dotación de dos mil generales, más que la OTAN. Según Enrique Krauze, “como en una mafia, hay un presidente pero varios jefes”. Perfectamente podría ordenar a uno de esos sargentones que agilice las peticiones de Monsalve y Gazmuri respecto al asesinato de Ojeda y al “inexistente” Tren de Aragua, y mejorarían nuestras relaciones.
El propósito de este enorme poder no es otro que exportar la revolución al resto del continente, para lo cual el chavismo ha armado un Estado militar. Se han librado de millones de indeseables, muchos de ellos habiendo terminado en Chile y se sabe a qué se dedican. Jóvenes venezolanos ejercitan sus habilidades de peloteros, “pitching” drogas, armas y celulares a las cárceles desde afuera. Tuviera Maduro esa misma edad hoy (casi lo contrataron entonces para una liga de béisbol yanqui) y aquí lo tendríamos. Fue también roquero en serio (no es que ande mirando desde las graderías o coleccione vinilos). Lo principal es que bate todos los récords en cuanto a falta de escrúpulos; le dan lo mismo los resultados electorales, la Asamblea Nacional, que opositores aleguen que los persigan, y que el Tribunal Supremo justifique cualquier abuso. Tiene también detrás a Cuba. Definitivamente, cuenta con más peso que Boric que solo se apoya en un 30% y la Constitución de Pinochet. No. Bukele o Milei se la podrían quizá con Maduro. Boric, no.
Así las diferencias, ¿qué podría suplicarle Boric a Maduro? Que no lo deje en ridículo, no le siga causando más líos. Quizás a algún asesor se le ocurra soplarle al oído que volver a Maduro en un problema menos, necesariamente pasa por el Partido Comunista chileno. Claro que si a este socio no se le puede controlar, ¿qué hace pensar que va a sacar algo en limpio negociando la maldad con el hombrón aquél?
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador
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