Columna de Alfredo Jocelyn-Holt: Tras la medianía perdida
Reviso la prensa y lo que me impresiona es este esmerarse por alcanzar la medianía chata. Ni que se hubiesen puesto todos de acuerdo en el “si no podemos ser moderados (que ya no nos nace), forcemos igual el efecto, hagamos cuenta que debemos serlo y sonará a coro celestial”. Es lo que en comunicaciones y marketing llaman apelar al mainstream, que es donde se debe estar: en el centro de todo. La pretensión publicitaria de que existe un común denominador en gustos, opiniones, voluntades, impuesto por mercado, normalidad, o afán progresista, y siendo tan abarcador (artificialmente vía prensa) no puede errar. Lo cual es una chiva.
Y eso que no siempre lo fue. Tuvo sentido durante la Postguerra cuando se requirió consenso (aunque no lo confundamos con nuestra Transición) a fin de reconstruir un mundo en el suelo, y volcar todo esfuerzo hacia un despegue en volumen de producción e innovaciones a nivel mundial. Pienso en la casa californiana, suburbios, buen nivel de vida, los trajes de Cary Grant filmado por Hitchcock, los Fiat en los avisos de Martini, algún escarabajo VW o Trabant (onda distensión aún en Guerra Fría) en el noticiero de UFA, “El Mundo al Instante”, cuando aún se iba al biógrafo. Un diseño modernista, en teoría para todos de seguir la racha del progreso vanguardista, de muy alta calidad y de élite (gusto Hyannis Port y Cachagua). Lo que se ve es lo que se quiere y vende. De entonces data el término.
Atendible pretensión aun cuando impráctica a la larga. No transcurrió mucho tiempo y la fórmula degeneró en chabacanería. La televisión y Don Francisco, sus máximas expresiones, llegando a ser mainstream en Chile. Y desde ahí a cualquier cosa. A los “trending topics” y funas (con la misma lógica que la venta de refrigeradores), y a nuestra primera autoridad actual, punk, “más votada de la historia”, en constante zapping, entonando “Los Viejos Estandartes” y declarando “impecable” la parada militar. Nuestro Trump chileno.
Que es la línea que ahora se les pide a los conservadores del Consejo que sigan a fin de salvar el proceso constitucional y evitar otra bufonada. Para lo cual debieran ubicarse, y no pretender arrasar. Atenerse a lo que se espera, como la primera autoridad de la primera universidad del país (ShanghaiRanking) que afirma que el problema con la educación pública es la dictadura (aun cuando ellos han tenido 30 años y han hecho qué), o los que pasan descubriendo que nos estamos polarizando. Es decir, imitar a ese típico entrevistado al que se le hace la pregunta para que responda lo que se le pide, calce con su nicho cuoteado y diga incluso disparates previstos pero no desentone. De ahí la sarta de lugares comunes diariamente necesaria a que se nos insta que leamos. ¿Y todo porque se piensa que la mediocridad si es compartida es más llevadera?
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador