Columna de Alfredo Jocelyn-Holt: Viña del Mar en llamas

Burnt houses are pictured amid the spread of wildfires in Vina del Mar


En Chile no siempre se sabe cuál es realmente la noticia. Se inflan algunas a expensas de otras. No se dicen las cosas por su nombre. Cuesta dimensionar lo ocurrido. En vez de informar, se enredan, confunden, quienes debieran aclarar: las autoridades, los servicios de emergencia, los medios, los que opinan. En el entretanto, cuando a la noticia la dan de baja, vuelta la “normalidad”, sigue esta latente, aunque nadie se entera. Hasta la próxima vez, y entonces, se recuerda, pero vagamente. Al igual que en pesadillas, que es cuando se cae en la cuenta que se está probablemente desquiciado.

Hasta hace dos semanas, se seguía hablando de “incendios forestales”. ¿Habiendo 132 muertos, cantidades de ellos sin identificar, un sinnúmero de desaparecidos, incontables heridos, miles de viviendas destruidas, villas, campamentos enteros en cenizas, avenidas atascadas con autos calcinados, convertidos algunos en carrozas fúnebres de gente huyendo, sin poder despejar y entrar a poblaciones devastadas? En exceso “ecológica” la calificación del desastre. Displicente, además, de otros efectos: que hayan dejado de funcionar celulares, internet, electricidad, redes de agua. Se produjera un caos vehicular en toda la ciudad atorada de humo, impedido el rescate por bomberos, ambulancias y carabineros. El que Viña quedara bloqueada, sus accesos obstruidos (desde Quilpué, Villa Alemana, Ruta 68), también Valparaíso aislado (de lo cual no se ha dicho nada). Bastante más que “forestal” los incendios, ¿o algo más que incendios?

De hecho, nadie con que me topé en el Cerro Castillo esos dos días dudó que fueran intencionales. Quizá después cuando se enteraron de las “noticias” y según fuera la autoridad o medio periodístico “informando” (a veces los mismos que se desdecían). De seguro cuando se llamó a que nos preocupáramos de la “unidad nacional”, que después habría tiempo y “prudencia” para referirse al origen. Mientras tanto siguieron llamándolos “incendios forestales”. Si hasta el mismo contralmirante Daniel Muñoz, jefe de la Defensa Nacional, nos anduvo confundiendo. El 5 de febrero dijo que “hay patrones de comportamiento de que hubo una planificación, algo orquestado y organizado”. Cuestión que no se tuvo en consideración en la sesión del Cosena. Cuatro días después, Muñoz avisó como “factible efectuar el Festival de Viña”. Ahora último se anda diciendo que “toma fuerza la tesis de intencionalidad”, cuando siempre se ha sabido que en Chile el 90% o más de los incendios forestales no son como los terremotos, sino provocados. Hay agencia. Y esta vez hubo cuatro focos, simultáneos, a enormes distancias.

Pasa lo mismo desde hace años en La Araucanía con el terrorismo, con el 18-O y, en general, cada vez que queda en evidencia nuestra precariedad aparejada a la inseguridad. Pasaba también en dictadura.

Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador

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