Columna de Álvaro Ortúzar: Partido Comunista, plebiscito y coyunturas
El 17 de octubre pasado, el Pleno del Comité Central del Partido Comunista se reunió con el objetivo de trazar sus planes de acción. A esas alturas, por supuesto, los efectos del rotundo rechazo que obtuvo el proyecto constitucional en el plebiscito estaban frescos. Por lo mismo, habría sido insensato suponer que las normas refundacionales que propusieron y que transformaban a Chile en un puñado de naciones, en que el Estado adquiría el control político total y regía el destino de las personas socavando su libertad, seguirían siendo el eje central de los nuevos objetivos.
Sin embargo, así ocurrió. La “lección” aprendida de ese fracaso estruendoso consistió para el PC en declarar que “el ciclo político iniciado con las luchas antineoliberales al comienzo de la transición política y que tiene su punto de inflexión con el 18 de octubre de 2019, con el levantamiento popular que cristaliza en una ruptura constitucional, aún no ha terminado”. La derecha, el gran capital transnacional y los grupos económicos que concentran la riqueza, agrega, “buscan socavar los avances en las luchas históricas contra el neoliberalismo”. Y la conducta que decide desplegar el Partido Comunista para el período posplebiscito consiste en colocar en el centro del gobierno un Plan Nacional de Masas, un movimiento social activo e incidente en la consecución de sus fines. En una frase, como lo indica una de las resoluciones del Pleno, construir un “Gobierno de realizaciones populares”.
Alguien podría decir que el Partido Comunista no ha entendido lo que sucedió en Chile el 4 de septiembre. Lo tiene muy claro, por lo cual su análisis, lejos de ser un acto de contrición como habría cabido esperar, reafirma sus mismos principios. De otro modo dejarían de ser marxistas leninistas. La obtención del poder político y el control sobre la libertad de las personas son credos que han permanecido inalterables en el tiempo. Visto así, lo ocurrido en el plebiscito no es una derrota permanente o un golpe mortal a su ideario, sino, como dicen, una simple coyuntura política. Ella se encarará profundizando las alianzas con facciones cercanas al gobierno, retrocediendo tres pasos para avanzar dos y, lo más importante, manteniendo viva la llama de la pobreza, de la desigualdad, de la lucha contra el capitalismo y fomentando o justificando la violencia. Exactamente las mismas banderas que hoy enarbolan las dictaduras de Castro, Chávez, Maduro, Ortega, entre otros tristes ejemplos, para someter a sus ciudadanos, que el PC apoya sin tapujos.
Cada vez que el Partido Comunista ha sufrido una derrota la atribuye a circunstancias ajenas a él, particularmente a su archirrival el capitalismo. En esta oportunidad, a pesar de que más de 8 millones de ciudadanos rechazaron una propuesta constitucional que era el más absoluto reflejo de sus ideas, sigue predicando lo mismo. Esto, nos parece, ya no es una coyuntura: es un portazo a su ideología.
Por Álvaro Ortúzar, abogado
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