Columna de Álvaro Pezoa: Aborto y eutanasia: ¿las soluciones que Chile necesita?
La Cuenta Pública presidencial trajo consigo una esperable doble sorpresa: la intención de enviar un proyecto de ley sobre aborto, junto con dar urgencia a otro en trámite, sobre eutanasia. Todo esto ocurre en el contexto de los innumerables problemas graves que aquejan a la población. La lista de estos últimos es larga y conocida (seguridad, crecimiento, empleo, educación, salud, inmigración), más todavía, es dramáticamente sufrida a diario por la población. Con todo, el gobierno parece vivir en un mundo paralelo, lleno de anteojeras y autocomplacencia. A falta de anuncios concretos, qué decir de reconocimiento de responsabilidades propias, el mensaje del Primer Mandatario ha vuelto sobre la denominada “agenda valórica”.
Este hecho suscita algunas reflexiones. La primera de orden táctico. El pasado sábado Boric le habló, principalmente, a su núcleo de adherentes duros (PC y FA), al 30% que lo aprueba en las encuestas contra viento y marea. En un momento que, en estricto rigor, se requiere adoptar decisiones correctivas y buscar acuerdos más amplios para resolver carencias sociales en materias básicas y apremiantes que afectan a la mayoría de la ciudadanía, se optó por hacer un “gesto” directamente dirigido a los votantes cercanos de cara a las elecciones de octubre próximo.
Otra consideración es de orden comunicacional. Poner sobre la palestra temas asociados a principios vitales generará un cierto giro en la discusión pública, distrayendo el debate hacia ellos y, de tal forma, atenuará la discusión de aquellos que golpean fuertemente a las personas y, por eso, mantiene a maltraer la evaluación ciudadana respecto del Ejecutivo.
Una tercera observación es de carácter fundamental. El grupo gobernante tiene la profunda convicción de que no solo es posible, sino que razonable y bueno, abrir el cauce legal para la eliminación de los seres humanos más indefensos: los niños por nacer y los muy ancianos o gravemente enfermos. No se trata de una idea novedosa entre quienes actualmente detentan el poder, ella los ha acompañado permanentemente y parece tener su origen en la defensa de la plena autonomía del individuo, quien podría decidir sobre los “objetos” de su cuerpo (el niño por nacer) y el término artificial de la propia existencia. Concuerda con una forma de entender la libertad individual sin límites reales y, por lo mismo, sin responsabilidad última. Coincide con una “cultura de la muerte” que mina la consistencia del alma nacional, debilitando la auténtica vitalidad de la sociedad y que, por lo tanto, augura mayores problemas junto a una menor capacidad para superar los existentes.
En fin, ante las serias adversidades generales que enfrenta Chile, el discurso sabatino ofreció “salidas” que agregan otras de insondable hondura e impacto negativos. Se ha acentuado el descamino.
Por Álvaro Pezoa, director Centro Ética y Sostenibilidad Empresarial, ESE Business School, U. de los Andes