Columna de Álvaro Pezoa: Año de decisiones

“Se apareció marzo”, reza un dicho nacional de uso corriente. En este caso, a quien se le ha hecho rápidamente presente es a Chile entero. Con la salida de Tohá desde el gabinete gubernamental para levantar una candidatura se ha dado pistoletazo de partida a la carrera por la Presidencia de la República, que tendrá su primera vuelta en los comicios del 16 de noviembre próximo. Todavía falta que algunos posibles postulantes hagan sus últimos aprontes y se sumen a la justa, pero ahora presionados a apurar la marcha por la necesidad de contar con tiempo para desplegar sus respectivas campañas. La lucha política electoral 2025 tendrá especial importancia, toda vez que el país requiere de un cambio substancial de rumbo si es que aspira a retomar el camino del progreso y el desarrollo.
La coyuntura mencionada hace imprescindible que la ciudadanía entienda cabalmente lo que esta vez se encuentra en juego para la nación. Esta última ha extraviado la ruta y, junto con las grandes urgencias de larga data todavía no resueltas, enfrenta nuevas y muy graves dificultades entre las que destacan la enorme inseguridad asociada a la delincuencia narco, la inmigración descontrolada, el escaso crecimiento económico y la pronunciada caída en las tasas de natalidad. La superación de estos auténticos flagelos sociales requiere, por lo menos, la convergencia de dos requisitos esenciales: de una parte, principios, ideas y propuestas de políticas públicas sólidas y apropiadas al reto que se ha de encarar; de otra, un liderazgo capaz de combinar el ejercicio de la máxima prudencia con la fortaleza que requieren las particulares características que comportan los desafíos del presente y el futuro.
Las circunstancias hacen pensar que el país, más que nunca, no se encuentra en condiciones de elegir al primer mandatario -y sus representantes en el Congreso- por motivaciones superficiales o con desconocimiento de su trayectoria, principios, ideas y aspectos fundamentales de su programa. El tiempo que se vive exige de los electores conocimiento y deliberación seria. No hay espacio para decidir basándose en meras simpatías, atractivo, juventud u otras consideraciones de similar especie, o por dar “oportunidades” a candidatos desconocidos o sin la experiencia política suficiente para poder abordar con acierto la ingente tarea que viene por delante.
Para que las sociedades prosperen, especialmente bajo un régimen democrático, se requiere de buenos gobernantes, pero asimismo de gobernados responsables que sepan elegir a los primeros y luego secundarlos en la búsqueda permanente del bien común. Es de esperar que la honda preocupación que se observa en muchas personas por el derrotero que actualmente sigue Chile se traduzca en una decisión sabia al concurrir a las urnas a fin de año. Así sea.
Por Álvaro Pezoa, director Centro de Ética y Sostenibilidad Empresarial, ESE Business School, U. de los Andes
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