Columna de Álvaro Pezoa: ¿Cambio de rumbo?
Es verdad. El Presidente ha tenido que abrir espacios para que la vieja guardia concertacionista asuma creciente protagonismo en su gobierno. El último cambio de gabinete ha venido a acentuar esa tendencia, iniciada con posterioridad a la gran derrota electoral del “Apruebo”. Necesidades de equilibrios políticos y mayor eficacia en la gestión lo han obligado a extender esta mudanza. Con ella, va quedando atrás la posibilidad de plasmar en la realidad el ímpetu revolucionario refundacional que anima a él y sus compañeros de ruta (AD). Espíritu que fue recogido con amplitud en el texto elaborado por la Convención Constitucional. En tal sentido, el 4 de septiembre de 2022 fue un día de inflexión, cuya más reciente granada detonó con el rechazo en la Cámara a la idea de legislar la reforma tributaria propuesta por el Ejecutivo. Siendo ésta la madre nutricia de las demás reformas planificadas, su caída trae aparejada la pérdida de sustento de las siguientes (previsión, salud) y, en general, de la implantación de un modelo de desarrollo donde el Estado asume un rol altamente protagónico.
El forzoso giro gubernamental ha sido recibido con beneplácito por la mayoría de la ciudadanía, que ve en él un freno a la impronta izquierdista radical de su proyecto político. Pero, al mismo tiempo con decepción e impaciencia, pues hasta ahora los principales problemas que la aquejan siguen sin ser resueltos y hasta se han agudizado, como paradigmáticamente es el caso de la inseguridad generada por la delincuencia y el terrorismo. Con todo, el jefe de Estado parece no perder las esperanzas en mantener medianamente vivo su programa, como muestra el empeño por insistir en la reforma tributaria, habiendo encargado para tal propósito a su ministro de Hacienda un proceso de diálogo que permita volver a presentar una alternativa viable. Todavía más nítido es su afán por no desdibujar la agenda ideológico cultural. La sustitución efectuada en el ministerio de la Cultura y la mantención de los titulares de Educación y de la Mujer y Equidad de Género dice mucho al respecto, especialmente si se tiene en consideración la mala evaluación y baja popularidad que, para estos últimos, manifiesta la opinión pública. Sobre el particular, cabe recordar que, junto con su alma estatista, la prevalencia de la denominada “agenda progresista” (aborto, eutanasia, género, familia, plurinacionalidad, etc.), en materias culturales, educativas y morales constituye el meollo de la transformación social que aspiran “instalar” las fuerzas oficialistas.
En síntesis, ¿qué se puede esperar de este segundo año de la administración de Boric? Que “navegue” con serias dificultades en materias de “urgencias sociales”, que su dilución en aguas “socialistas moderadas” tranquilice algo la inquietud de la población y que continúe horadando con persistencia el alma nacional con la promoción de doctrinas disolventes. En ningún caso más, tal vez menos.
Por Álvaro Pezoa, ingeniero comercial y doctor en Filosofía