Columna de Álvaro Pezoa: Después del recreo

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Chile tuvo un recreo, pudo descansar brevemente de su arduo transitar, y debe volver a enfrentar los desafíos que le impone la aspereza del suelo sobre el que, ya por años, camina. En efecto, los días de los Juegos Panamericanos han permitido al país desconectarse parcialmente de la dura realidad que viene experimentando y, por un momento, distraerse. Todos, el gobierno en especial, hemos disfrutado del regalo que han brindado atletas y deportistas. Esos cortos días han concluido. Dejan lecciones, cierto descanso sicológico y algo de esperanza en las posibilidades que parece mostrar la nación cuando se halla más unida y vibrante en torno a un propósito común. Sin desmedro alguno de ello, Chile ha regresado básicamente a donde se encontraba. Cerca del plebiscito de salida de su segundo proceso constitucional al hilo; padeciendo permanente violencia criminal en las calles y frecuentes acciones terroristas en La Araucanía; consecuentemente, agobiado por la alta inseguridad ciudadana, al tiempo que con evidentes signos de estancamiento económico y deterioro del mercado laboral; mientras prosiguen las investigaciones por falta de probidad pública asociada al insondable fondo del caso “fundaciones”; continúan las inmigraciones ilegales y más.

Después de la pasajera alegría traída por la justa atlética continental, vuelta a la sequedad ripiosa de la situación sociopolítica-económica presente, a la incertidumbre, a la falta horizonte. En este escenario, urge cerrar pronto el asunto constitucional que mantiene al país detenido. Cualquiera sea el resultado del pronunciamiento ciudadano en diciembre próximo, las diversas fuerzas políticas deberían comprometerse a respetar la voluntad popular en la materia, dar vuelta la página y dedicar sus mejores esfuerzos a encarar con éxito los enormes retos pendientes. La decisión adoptada por el Congreso Nacional el 15 de noviembre de 2019 en orden a abrir la discusión de una nueva Constitución, aparte de haber sido innecesaria, ha significado en la práctica no avanzar en la solución de los graves males que aquejan a la población. Es más, estos se han agudizado.

Del gobierno no cabe esperar nada. El 17 de diciembre sufrirá, sí o sí, su tercera derrota consecutiva en las urnas. Su demostrada incapacidad de gestión y pésimo proyecto político ayudan a configurar el escenario pesimista mencionado. Con sus sucesivos sufragios -en diciembre 2023, 2024 y 2025-, la ciudadanía tendrá la exigente responsabilidad de elegir a nuevos actores políticos que permitan sentar las bases para encaminar al país hacia un futuro más halagüeño. Uno que genere las condiciones para que la economía vuelva a crecer con fuerza y cree empleo formal digno, al tiempo que anime un proyecto de unidad nacional en pro del desarrollo integral.

Con su trabajo y con su voto, la apuesta por un mañana mejor descansa en nuestras manos. ¡Sí, en las de nosotros, en las suyas!

Por Álvaro Pezoa, ingeniero comercial y doctor en Filosofía

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