Columna de Álvaro Pezoa: Humildad para servir a Chile
El domingo por la noche el discurso de José Antonio Kast exhortó a los candidatos Republicanos al Consejo Constitucional, a colaboradores cercanos y a la ciudadanía, respecto a la necesidad de ser humildes en la hora del triunfo electoral. Es más, aunque manifestó entender la alegría que los resultados podían generar en la tienda política, llamaba a no celebrar -porque el país está mal y no se encuentra en situación para celebraciones-, sino a trabajar arduamente en la redacción de un buen texto constitucional, junto con, paralelamente, continuar colaborando a la solución efectiva de las “urgencias sociales” que apremian a la población. Desde la sólida base que otorga la valoración de la humildad, el tono de su intervención se centró en los conceptos claves de: unidad nacional, trabajo esforzado, servicio a las personas -especialmente, a los más necesitados- y amor a la patria. Sus palabras vienen bien, más todavía en el momento que vive la nación y considerando la gran influencia que los consejeros Republicanos tendrán en la redacción de una nueva Carta Magna, que aspire a dar estabilidad por largo tiempo a la vida sociopolítica nacional.
El presidente del partido, Arturo Squella, hizo otro tanto, ayudando a despejar la preocupación que algunos albergan respecto a la intención fidedigna del conglomerado en dar con una propuesta de texto que pueda ser aprobada por la ciudanía en diciembre próximo. La responsabilidad inmediata del Partido Republicano será continuar mostrando en la práctica lo que ha ido manifestando en sus promesas. Su actuación coherente -y consistente en el tiempo- ha de continuar siendo el principal recurso para ganar y consolidar la confianza generalizada, tanto de la ciudadanía como de los actores políticos de buena voluntad.
Kast y Squella a la vez que han manifestado con claridad que la humildad guarda relación con una conducta partidaria basada en el diálogo, el intercambio de ideas y la configuración de acuerdos orientados al bien común del país, han afirmado también que la tarea de los Republicanos se ha de fundamentar siempre en principios y convicciones a los que no cabe renunciar. El desafío ha quedado planteado: dar en el Consejo Constitucional el primer paso en el camino de contribuir activamente a la recuperación y reconstrucción de un Chile profundamente dañado, donde la convivencia se ha tornado extremadamente difícil como consecuencia de vientos “refundacionales” ajenos a la institucionalidad, la cultura y la historia patria; en que la violencia criminal se ha enseñoreado del territorio; mientras la inmigración ilegal descontrolada agudiza los problemas sociales existentes y da origen a otros inéditos.
Es de esperar que la dirigencia, los militantes y simpatizantes del Partido Republicano honren sinceramente sus promesas y convicciones. Chile enfrenta un periodo crítico y son muchos quienes han depositado su esperanza en lo que pueda hacer, aunque esto último seguirá dependiendo en última instancia de la disposición con que enfrenten el futuro el gobierno y el resto de las fuerzas opositoras.
Por Álvaro Pezoa, ingeniero comercial y doctor en Filosofía
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