Columna de Anders Beal: Un mundo en conflicto: La política internacional y la influencia de los estados autocráticos

Trabajadores funerarios llevan un ataúd con un cuerpo civil no identificado, durante un funeral en Bucha, cerca de Kiev, Ucrania, el 2 de septiembre de 2022.


Por Anders Beal, investigador y asociado senior del Programa de América Latina en el Woodrow Wilson International Center for Scholars en Washington, DC.

Ya han pasado dos años desde que las fuerzas armadas de Ucrania liberaron a los residentes de Bucha después de varias semanas bajo ocupación rusa. En ese momento el mundo descubrió una tragedia chocante y algunas de las primeras muestras de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el estado ruso. El deber de la comunidad internacional nos urge no olvidar lo que ocurrió en Bucha y considerar las amenazas continuas contra la democracia que representa el autoritarismo.

La invasión criminal de Bucha, liderada por Vladimir Putin y denominada como una “operación especial,” pronto se transformó en el epicentro de la barbarie rusa. El mundo entero pudo ver las imágenes en los medios internacionales. Se vio en las calles los cuerpos de ciudadanos ejecutados con las manos atadas a la espalda. Hubo pruebas de violaciones sistemáticas de mujeres y niñas de tan solo 14 años. El mundo se dio cuenta de los centros de tortura donde el ejército ruso mutiló y asesinó a civiles y a aquellos que pretendieron defender a sus casas y familiares.

En pleno siglo XXI se ve una continuación de los horrores del siglo XX. El progreso global en la protección de los derechos humanos después de la Segunda Guerra Mundial, las políticas reformistas y los movimientos de independencia en las antiguas repúblicas soviéticas, indicaban una posibilidad del “fin de la historia,” como declaró una vez el científico político Francis Fukuyama. Pero no fue cierto. El experimento autoritario de Putin desea devolver a Rusia a su grandeza imperial, haciendo de su nación una potencia mundial mediante el uso de las amenazas nucleares.

Una mujer llora mientras sostiene el ataúd de su hijo, asesinado por soldados rusos en Bucha, durante su funeral en el cementerio de Mykulychi, en las afueras de Kiev, Ucrania, el 16 de abril de 2022.

El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky está avanzando en el reconocimiento legal de cada una de las instancias de violaciones de los derechos humanos contra su país mediante el sistema internacional, incluyendo ante la Corte Criminal en La Haya. Recordar la masacre de Bucha y mantenerla en la larga lista de crímenes de lesa humanidad cometidos en Ucrania es sumamente importante. No obstante, a nivel humano e individual, estas imágenes pueden hacernos sentir entumecidos al conflicto. Pero nos urge definir acciones concretas que busquen justicia; acciones políticas que destaquen un firme compromiso global y que resulten en el apoyo de todas las naciones democráticas frente a los desafíos compartidos.

Durante un reciente encuentro en el Wilson Center en la capital estadounidense, el alcalde de Bucha, Anatoly Fedoruk, dijo ante un grupo de expertos en política internacional que hay un renacimiento de su ciudad. Tanto el gobierno nacional como la municipalidad están trabajando para sanar las heridas, reconstruir la infraestructura, y documentar los crímenes de Rusia en Bucha, los cuales, hasta el momento, representan más de 500 casos registrados en las cortes y tribunales.

Según el acalde, Bucha es parte de una tendencia más amplia dentro de Ucrania. En Mariupol, por ejemplo, soldados y mercenarios rusos han asesinado a civiles, destruido infraestructura y dejado a la ciudad completamente aplanada. Ahora tenemos la política difícil de que hacer como comunidad internacional. Hay aquellos que argumentan que la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha influido en la postura y agresión del estado ruso. Existe también el argumento que el único culpable es el propio Putin. Por dirigir la acción militar encubierta en 2014 en el Donbás y escalar a una invasión completa en 2022, ha sumado Finlandia y ahora más recién, Suecia, como nuevos miembros del bloque de defensa por la inseguridad que representa Rusia tanto para el continente europeo como para el mundo.

Un tanque israelí dispara cerca de la frontera de Israel con la Franja de Gaza, el 12 de octubre de 2023. Foto: Reuters

También hay quienes que hacen la pregunta, ¿por qué es tan importante Ucrania? Asumen un doble estándar acerca de la guerra en Ucrania, el conflicto entre Israel y Hamas y la situación humanitaria en la Franja de Gaza. ¿Cómo es que se puede priorizar la justicia y el derecho internacional moderno en uno de estos casos y no en el otro? Las perspectivas de Chile ante estos conflictos tienen un aspecto muy valioso, incluyendo una forma de entender mejor la dinámica cambiante de la política exterior de Estados Unidos.

Durante la cumbre CELAC-UE del año pasado, el presidente Gabriel Boric declaró que “hoy es Ucrania, pero mañana podría ser cualquiera de nosotros.” El presidente chileno ha sido una voz importante en el hemisferio sobre el conflicto en Ucrania donde otros líderes, como su contraparte brasileño, han sido menos vocales sobre las violaciones de derechos humanos. Esto se debe en parte al proyecto político de vincular a Rusia y fortalecer la plataforma del sur global, denominado BRICS, una alianza entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. No solo esto, los países autoritarios de la región, incluyendo a Cuba, Venezuela y Bolivia recientemente felicitaron a Putin por consolidar su poder hasta el año 2030. El presidente chileno también ha sido duro en sus críticas del conflicto entre Israel y Hamas.

La crisis humanitaria de los palestinos en la Franja de Gaza, donde se proyecta un nivel catastrófico de inseguridad alimentaria para más de un millón de personas, ha capturado el interés y simpatía del mundo, generando un debate acerca de la proporcionalidad de la respuesta militar de Israel después de los ataques terroristas de Hamas y la captura de rehenes civiles el 7 de octubre del 2023. Para Estados Unidos, el conflicto ha generado fuertes divisiones políticas. Las declaraciones públicas por parte de los progresistas del Partido Demócrata indican que lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza es un genocidio y una limpieza étnica.

Niños palestinos esperan recibir comida en una cocina benéfica en medio de escasez de suministros alimentarios, en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, el 5 de marzo de 2024. Foto: Reuters

En Chile, donde vive la mayor población de personas de origen palestino fuera del mundo árabe, el conflicto ha representado un tenso debate también. Después de su reunión bilateral con el presidente Biden en noviembre del 2023, el presidente Boric afirmó: “No aceptamos que se nos haga elegir por uno u otro bando, nosotros optamos por la humanidad. Tanto los atentados de Hamas no tienen justificación como lo que está haciendo el gobierno de Benjamin Netanyahu”.

No está claro cómo se resolverá la situación humanitaria de los palestinos sin una acción humanitaria inmediata, pero el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acaba de exigir un cese al fuego que ha generado tensiones significativas dentro del gobierno del primer ministro Netanyahu, quien canceló un viaje a Washington dado el voto de abstención de Estados Unidos. Aun así, el Congreso estadounidense aprobó un monto generoso de asistencia de seguridad para Israel antes del voto.

Incluir esta asistencia dentro del financiamiento del gobierno estadounidense aprobado el pasado 23 de marzo fue una de las victorias presentadas por el Partido Republicano en la Cámara de Representantes, la cual controla, e incluye US$ 3.300 millones en asistencia de seguridad para Israel y la eliminación del financiamiento de la agencia humanitaria UNRWA hasta el 2025 por alegatos de vínculos con operativos de Hamas en los ataques del 7 de octubre. No obstante, el tamaño del paquete que llega a los $1.2 trillones de dólares, generó una discordia entre los miembros del Partido Republicano, especialmente algunos miembros ultraconservadores que están considerando una moción de reemplazar el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson.

En comparación, para Ucrania se aprobaron US$ 300 millones en asistencia de seguridad mientras un paquete presupuestario mucho más grande sigue en negociación entre ambas bancadas del Congreso de Estados Unidos. A pesar de que Ucrania depende en gran medida de la ayuda internacional para la defensa de su democracia, varios expertos en seguridad internacional argumentan que el país no ha recibido el apoyo realmente necesario para su defensa en contra de Rusia.

Ambos conflictos en Ucrania y Medio Oriente han generado un debate a nivel nacional en Estados Unidos, representando un problema fundamental para la Administración Biden en reconocer el balance delicado de la política exterior en plena campaña presidencial, donde la acción o inacción del presidente puede influir en los resultados electorales en noviembre. Esto hace recordar al gobierno del presidente Jimmy Carter durante la crisis de rehenes en Irán en 1979, donde algunos analistas asumen que fue parte de su derrota política en 1980.

Una explosión en un edificio de departamentos tras el ataque de un tanque del Ejército ruso en Mariupol, Ucrania, el 11 de marzo de 2022.

Según el Centro de Investigación de Pew, tres cuartos de la ciudadanía estadounidense cree que las guerras entre Ucrania y Rusia (74%) e Israel y Hamas (75%), son de relevancia para los intereses nacionales del país. Pero hay grandes diferencias de perspectiva y opinión dependiendo de la afiliación de partido y en cierta forma, los conflictos han permeado en las tendencias de polarización política de Estados Unidos.

De todas formas, el presidente Biden ha tomado una posición clara, la cual declaró en su Discurso del estado de la Unión: “Lo que hace nuestro momento único es que la libertad y la democracia están bajo ataque, tanto aquí como en el extranjero.” Es decir, la vinculación de los retos de una autocracia creciente, la influencia que tienen los regímenes autocráticos en los conflictos globales, y el aumento en la polarización política así como las campañas de desinformación para cuestionar la efectividad de la democracia, han generado un momento en que el gran enfrentamiento para Estados Unidos es tanto una expansión de conflicto en el extranjero, como la continuación de una población fracturada y polarizada que todavía no ha podido resolver las tensiones que llevaron al ataque del 2020 en el Capitolio de Estados Unidos, parte de un esfuerzo para invalidar a los resultados electorales.

En un discurso apasionado frente al Senado estadounidense, el senador Chuck Schumer llamó a iniciar nuevas elecciones dada la desconfianza del pueblo israelí en el primer ministro Benjamin Netanyahu y su gobierno, así como la posición oficial del gobierno en rechazar una solución de dos Estados. El senador, que representa el funcionario electo judío de más alto rango en el gobierno, declaró: “No debemos permitir que las complejidades de este conflicto nos impidan decir la pura verdad: los civiles palestinos no merecen sufrir por los pecados de Hamas, e Israel tiene la obligación moral de hacerlo mejor. Estados Unidos tiene la obligación de hacerlo mejor.”

En la lengua inglesa existe una frase que también es una estrategia en los debates políticos, tanto a nivel nacional como internacional. El whataboutism, intenta posicionar un debate e introducir críticas a los que están criticando una política, o resaltar las acciones que van opuestas de los valores democráticos. En lugar de apoyar a Ucrania, así como la situación humanitaria de los palestinos, hoy en día hay una clara intención de dividir la opinión pública haciendo de la complejidad de los conflictos una simple posición binaria, que genera aún más una profunda polarización política.

Los valores de la verdad, la cual nos debe unir siempre, particularmente a los países democráticos, es la visión global compartida de proteger los derechos humanos y tener un sistema de gobernanza que valore la vida humana y la libertad. Esta visión es la única manera de pacificar un mundo en conflicto. Los riesgos continuos de regímenes autocráticos que utilizan esta estrategia de división perjudican más que cualquier otra. Es decir, guardar silencia o paralizarnos ante estas tragedias nos aleja del compromiso que tenemos con la democracia y los valores que deben fungir la política internacional.