Columna de Arturo Cifuentes: Desastres de tres letras
"El premio al desastre del año, sin embargo, se lo lleva SBF, el apodo con el cual se conocía a Sam Bankman-Fried. SBF, como se sabe, era el “genio” detrás de FTX, una plataforma electrónica para transar criptomonedas, que pese a estar valorizada en más de 30 mil millones de dólares en algún momento, cayó en bancarrota."
Curiosamente, los últimos desastres financieros han estado ligados a siglas de tres letras. La crisis subprime (2008/2009) se gatilló cuando unos préstamos hipotecarios a personas poco solvente cayeron en cesación de pagos. Esto provocó que muchos instrumentos financieros conocidos como CDO, CDS, MBS y ABS, supuestamente muy seguros (AAA), cayeran en default (CCC).
Quince años después estamos en lo mismo. El 2022 partió mal para los activos relacionados con NFT (non-fungible tokens). Bitcoin (BTC) y Ethereum (ETH) empezaron a deteriorarse en enero y hoy se transan a un tercio del valor que tenían al empezar el año. El premio al desastre del año, sin embargo, se lo lleva SBF, el apodo con el cual se conocía a Sam Bankman-Fried. SBF, como se sabe, era el “genio” detrás de FTX, una plataforma electrónica para transar criptomonedas, que pese a estar valorizada en más de 30 mil millones de dólares en algún momento, cayó en bancarrota.
El colapso de FTX deja al desnudo, nuevamente, la ingenuidad de muchos inversionistas. En EE.UU. las bolsas (exchanges) donde se transan instrumentos financieros están regulados por la Securities and Exchange Commission. Estas plataformas cuentan con sistemas de manejo de riesgo sofisticados, las posiciones (exposures) se monitorean en tiempo real, se les puede exigir a los participantes margin calls para disminuir el riesgo, y existen varios niveles de protección (disponibilidad de fondos) para responder en caso de default de una contraparte. El negocio de un exchange es un negocio donde el riesgo operacional y el manejo del riesgo financiero (solvencia, liquidez, etc.) son críticos. Además, estas plataformas deben mantener los fondos de los clientes segregados y funcionar con chinese walls efectivas. Que la bolsa opere contratos relacionados con acciones, bonos, metales o bitcoin es irrelevante, el riesgo es esencialmente idéntico. Este es un tema bien entendido, y donde existe amplia experiencia. El problema es que FTX se domicilió en Bahamas, fuera del perímetro regulatorio estadounidense, y no tenía los protocolos y salvaguardas que se le exige a una bolsa bien regulada.
En síntesis, el mérito de SBF fue que convenció a un montón de ingenuos que tenía un negocio visionario relacionado con criptomonedas cuando en realidad lo que tenía era una bolsa tradicional, mal estructurada, y en un domicilio permisivo.
¿Cuál será el próximo desastre financiero? ¿Estará ligado a una sigla de tres letras? No sabemos. Pero convengamos en que el cuento de las inversiones ESG se ve cada vez menos sustentable.
* El autor es investigador asociado, Clapes-UC.
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