Columna de Benjamín Salas: Chile y el BRICS, no gracias
El ex subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, José Miguel Ahumada, propone que Chile se integre como miembro asociado al bloque BRICS. Las críticas de excancilleres, diplomáticos, abogados y economistas no tardaron en llegar; algunas justas y otras no tanto.
Los argumentos económicos para acercarse al BRICS son fáciles de compartir. China, nuestro principal socio comercial, es el protagonista del bloque. La India y Brasil, mercados estratégicos para Chile, son miembros fundadores, e Indonesia acaba de acceder. En cifras, el BRICS representa casi un 40% del PIB mundial y más de un 50% de la población global. También, nos brinda la posibilidad de optar a nuevas fuentes de financiamiento y espacios de diálogo público-privado.
Hasta aquí, todo bien: la idea del Sr. Ahumada tiene mérito económico. Sin embargo, su propuesta es inviable políticamente y representa un giro radical en la política exterior chilena. Los costos políticos y diplomáticos, en mi opinión, superarían cualquier redito económico. El segundo socio controlador del BRICS es Rusia, y en particular, el Sr. Putin. En el último año, el binomio China-Rusia le dobló la mano a India y Brasil, abriendo el camino para la incorporación de nuevos miembros. La “apertura” del bloque no busca socios con democracias sólidas y economías dinámicas, sino la creación de una alianza antioccidental que debilite el dólar y remplace el sistema de gobernanza global existente. Esto explica el ingreso de Irán como miembro pleno, y de Bielorrusia, Bolivia y Cuba como miembros asociados. Lo cierto es que China y Rusia vienen empujando este camino desde el año 2017, con el objetivo abandonar el no alineamiento y consolidar un bloque que rivalice al G7. Está por verse cómo Brasil e India navegarán esta nueva realidad del BRICS+.
En definitiva, mi respuesta al Sr. Ahumada es que los intereses comerciales no pueden significar una renuncia a los principios que guían nuestra política exterior, especialmente si dichos intereses se pueden alcanzar a través de otros acuerdos bilaterales y multilaterales. El examen de compatibilidad no es miembro a miembro, sino en virtud de los objetivos que persigue el bloque. El BRICS no es un grupo donde confluyen en forma armónica diferentes visiones que podrían servir a los intereses de Chile. El BRICS no es la APEC. Hoy (al menos) se trata de un proyecto liderado por Rusia y China cuyo motor es alcanzar la hegemonía en un nuevo orden internacional que desplace a Estados Unidos y Europa. Posiblemente eso es lo que busca el Sr. Ahumada, pero no gracias. Chile debe por supuesto trabajar para fortalecer sus relaciones con varios de los miembros del BRICS, pero sin sumarse a los objetivos políticos y económicos que busca dicho bloque.
Por Benjamín Salas, abogado, colaborador asociado Horizontal
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