Columna de Bernardo Lara: Inflación de ideas



Hace muchos años, el fallecido Premio Nobel de Economía Robert Solow fue consultado por su opinión sobre Milton Friedman. Entre otras cosas, dijo que “(…) una diferencia con Milton es que a él todo le recuerda la oferta de dinero. A mí todo me recuerda al sexo, pero yo lo dejo fuera de mis papers”. Un sentimiento similar surge al ver los argumentos de diversos analistas nacionales que tienden a ver todo fenómeno como inflación. Por ejemplo, el último argumento del antropólogo Pablo Ortúzar -junto con otros columnistas- sobre la masificación de la educación superior.

Según la hipótesis de Ortúzar la masificación de la educación universitaria habría generado una inflación de grados universitarios por lo que los títulos que allí se confieren habrían terminado siendo “cartones” sin valor alguno. Esas certificaciones académicas habrían sido demandadas por una clase media chilena con sueños de mejora, pero inocente y desinformada. Una vez titulados, ese grupo de nuevos desempleados ilustrados habrían sido presa fácil para la instrumentalización de su rabia por parte de la izquierda, convirtiéndose en el pasto seco necesario para el estallido social.

¿Qué tan certera es esa descripción de la realidad? Una tarea de los académicos es poner a prueba las teorías existentes con información representativa y no con anécdotas. Por ello, en esta columna utilizaremos los datos de mifuturo.cl. Esta plataforma fue construida con el esfuerzo de muchos académicos (nacionales e internacionales) y funcionarios públicos con el objetivo de entregar información a los postulantes a la universidad sobre los ingresos laborales y la empleabilidad de diferentes carreras. La plataforma se desarrolló a partir de datos administrativos de Mineduc y del Servicio de Impuestos Internos. En este análisis, utilizaremos los datos de 73 carreras universitarias existentes en las versiones 2010 y 2022 de mifuturo.cl. Ese es, justamente, el período de masificación universitaria.

¿Y qué dicen los datos? A primera vista, el incremento en el número de titulados creció en un 76% en la carrera promedio, lo que coincide con la idea de una masificación de la educación superior. Al mismo tiempo, la carrera promedio experimentó una baja en la empleabilidad -al segundo año de egreso- del 9%, para situarse en un 79% según los datos de mifuturo.cl correspondientes a 2022. Estas cifras parecen apoyar la hipótesis de Pablo Ortúzar, a pesar que la empleabilidad sigue siendo alta (recordemos que es solo al segundo año de egreso).

Sin embargo, el diablo no está en los detalles, sino en lo obvio: los ingresos laborales. De ser cierta la hipótesis, los ingresos de los egresados deberían bajar. A pesar del gran crecimiento en el número de profesionales, ¡el ingreso de la carrera promedio -al segundo año de egreso- subió en términos reales en un 37%! De hecho, un 95% de las carreras experimentó un aumento en los ingresos de sus titulados. Adicionalmente, el número de profesionales universitarios trabajando se incrementó en un 54%. Es decir, más profesionales trabajando con ingresos más altos. En simple, la inflación no se observa. No sólo no se observa, sino que la evidencia va en la dirección exactamente contraria. Las cifras subrayan el rol positivo, más que negativo, de la masificación universitaria.

En definitiva, un simple examen de los datos permite descartar la hipótesis de la inflación de grados. Al contrario, los ingresos de los profesionales no han decaído y muchas personas han logrado sacarle provecho económico a su título. En todo caso, en estos tiempos agitados, este debate sí deja un aprendizaje: la inflación puede muchas veces estar más en el campo de las ideas que en la realidad.

Por Bernardo Lara, académico Escuela de Gobierno Universidad Adolfo Ibáñez

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