Columna de Camila Rojas y Emilia Schneider: Cuidar y estudiar, la doble carga de miles de jóvenes

“Si las mujeres paran, el mundo para”, es una consigna que se lee en manifestaciones feministas a lo largo de todo el mundo. ¿Por qué? Cuidar y ser cuidado está presente a lo largo de nuestras vidas, es más, sin ello la vida simplemente no es posible pues todas las personas requerimos cuidados en distintas etapas. Cuidar es un trabajo y hoy se encuentra invisibilizado, sin reconocimiento, ni paga. Y todo esto descansa -en su mayoría- sobre los hombros de mujeres trabajadoras.
El movimiento feminista ha sido fundamental para relevar la importancia de las labores de cuidado y de la necesidad de una perspectiva de derechos para quienes cuidan y para quienes son cuidados. Esto es un desafío para las políticas públicas y para quienes luchamos por vidas más justas. Es así como el gobierno ha puesto el foco en la construcción de un sistema nacional de cuidados y el reconocimiento de este trabajo en la reforma de pensiones, nosotras hemos querido concentrarnos en otra arista del debate: ¿Qué pasa cuando son estudiantes quienes tienen que cuidar? No es una pregunta sencilla pues hay que considerar distintas particularidades del mundo educacional. Lo que no cambia, es que la mayoría de las estudiantes que cuidan son mujeres, y son ellas quienes se ven forzadas a renunciar a sus estudios para dedicarse al cuidado, lo cual nos abre otro desafío: la corresponsabilidad parental y social.
Algunas instituciones ya han dado pasos en la dirección correcta, como la Universidad de Chile, la Universidad Católica del Maule y de Temuco, entre otras, estableciendo normas internas para los derechos de padres y madres. La necesidad, sin embargo, de una regulación nacional es evidente no solamente porque debemos abarcar todo el sistema de educación superior, sino también porque debemos entender los cuidados de una forma integral, pues no solamente hablamos de quienes cuidan a sus hijas o hijos, sino también quienes están a cargo de personas dependientes o en situación de discapacidad.
Estudiar requiere tiempo, herramientas y espacios adecuados, lo que se dificulta al cuidar.
Hay mucho por hacer para revertir estas injusticias. Para avanzar en ello, durante el 2022 presentamos el proyecto “Yo Cuido y Estudio”, que busca garantizar un mínimo de derechos para estudiantes madres, padres o cuidadores, además de velar porque socialicemos el trabajo de cuidados y no lo entendamos como una responsabilidad exclusiva e infranqueable de las mujeres.
Gracias al aporte del MINEDUC y el Ministerio de la Mujer y al empuje de organizaciones de madres, cuidadoras, estudiantes y académicas, logramos aprobar de forma transversal el proyecto en la Comisión de Mujeres y ahora espera para ser votado en sala. Desde la flexibilidad académica hasta la posibilidad de suspender estudios sin perder becas y beneficios, el objetivo de este proyecto es poner a disposición de las y los estudiantes distintas garantías y derechos.
Los cuidados son una arista relevante de la trayectoria educativa, lo cual se entrelaza con las desigualdades a las que se enfrentan estudiantes que ya cargan con una pesada mochila de endeudamiento, falta de recursos y espacios para desarrollar su vida académica.
Apostamos por un feminismo que ofrece cambios en favor de la dignidad y el bienestar de las mayorías, y sabemos que muchas personas podrán conocer o empatizar con alguien que se enfrenta a alguna de las circunstancias antes descritas. Nos propusimos avanzar decididamente en un primer reconocimiento de los cuidados en la educación superior, porque es fruto del legado de las luchas que han dado estudiantes padres y madres organizados y el espíritu de las movilizaciones por la educación no sexista en nuestro país. Esperamos que el Congreso se ponga del lado de la corresponsabilidad social y de las familias de Chile.
Por Camila Rojas Valderrama y Emilia Schneider Videla, diputadas.
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