Columna de Camilo Feres: 777 mil aristas

LUIS HERMOSILLA
FOTO: DEDVI MISSENE


Años de conversaciones -transcritas en 777 mil páginas- amenazan con convertirse en la madre de todas las cajas de pandora y que ya han despojado de su cargo y su libertad al otrora jefe de la policía de investigaciones. Así de promisoria es la nueva entrega del llamado “caso audios” que parece destinado a convertirse en varios casos en uno.

Cuenta la leyenda que hace no tantos años, cuando un novel ministro del Interior se paseaba confiado apuntando a sus opositores en medio de las revelaciones del llamado Caso Penta, un conocido lobista de la plaza se habría acercado a palacio a estampar una advertencia seca: “acá o amputamos o terminaremos todos en el quirófano”.

La historia es conocida, a poco andar se destapó otro caso de platas políticas que salpicaba a los correligionarios y aliados del mentado ministro y lo que parecía un torpedo letal a la oposición se convirtió en una polvareda de acusaciones e imputaciones que no dejó títere con cabeza.

En esa oportunidad, como ahora, la política ensayó todo tipo de reacciones apresuradas, desde las pasmosas evasivas a las temerarias acusaciones, muchas de las cuales tuvieron que ser borradas con el codo en la medida en que avanzaban las revelaciones. Y es que lo que se destapaba con esos casos no era sólo un grupo de operaciones de recaudación para campañas, sino una forma extendida y validada para financiar, mantener y extender el poder.

El caso que se abre con la decodificación de mensajería del teléfono del abogado Hermosilla pareciera tener tanto o más potencial de expansión que el que tuvieron las aristas Penta y SQM. Las primeras líneas que hemos conocido, así como la tesis de defensa que está siguiendo el renunciado director de la PDI, hacen que su caso asome sólo como punta de un iceberg, en cuya base cristalizan las innumerables redes de relaciones y reciprocidad que sustentan -nuevamente- no un caso ni dos ni tres, sino una forma de ejercer, administrar y acrecentar el poder.

A ese “encantamiento” es al que probablemente apunta la defensa del exdirector Muñoz cuando sostiene que su cliente actuó persuadido por el influjo de quién se presentaba como “el abogado del presidente”. El atractivo de quién se muestra como nodo y punto de convergencia de un conjunto de redes diversas que derivan en influencia, poder y capacidad de incidir en nominaciones, nombramientos y operaciones. Si solo una parte de esa imagen se sustenta en datos, es presumible pensar que la cosa no se detendrá aquí.

La primera arista política saltó rápido y alcanzó a Andrés Chadwick, excoronel UDI, ministro de Interior y orejero principal del Presidente y que había vuelto a una cierta centralidad política tras el fallecimiento de Sebastián Piñera, como candidato natural para volver a nuclear el “piñerismo”. Una tarea que deberá esperar tiempos mejores.

Pero si efectivamente lo que se ha comenzado a destapar es una forma de hacer las cosas, son muchos más los que se preparan para desfilar en este caso. Y la pregunta obvia que surge frente a ello es si la entrega que recién comienza es parte de un guion o más bien sigue la forma de una cámara indiscreta. Si sabremos lo que la justicia destapó o solo lo que la defensa de Hermosilla dejó sobre su escritorio.

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