Columna de Carl Meacham y Robert Funk: Latinos y mujeres, la clave de la elección de Estados Unidos
Frente a crisis globales urgentes, como la guerra en Ucrania, el conflicto en el Medio Oriente y la competencia con China, América Latina no es una prioridad para la política exterior estadounidense. Solo recibe atención cuando sus problemas coinciden con los intereses o temores de EE.UU., como en el caso de la inmigración.
Aun así, las elecciones presidenciales en EE.UU. tendrán un impacto importante en la región. Las distintas posturas de Donald Trump y Kamala Harris moldearán cómo EE.UU. se relacionará con Latinoamérica. Trump ha vuelto a hacer de la inmigración el tema central de su campaña. “Llevaremos a cabo la mayor operación de deportación doméstica en la historia de EE.UU.”, declaró, refiriéndose a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados, muchos de ellos latinoamericanos. Deportar a millones de personas sobrecargaría las economías de países como Venezuela, México, Guatemala y El Salvador, que dependen en gran medida de las remesas enviadas desde EE.UU. El candidato también ha propuesto desplegar militares en la frontera e incluso recurrir a la anacrónica Ley de Extranjeros Enemigos de 1798 para expulsarlos.
La retórica de Trump afecta no solo la política, sino también su relación con los votantes latinos. En un reciente evento de la campaña en Nueva York, un comediante calificó a Puerto Rico como “una isla flotante de basura”. La reacción de Trump -”No creo que sea un gran problema”- dejó en evidencia su indiferencia hacia Puerto Rico. Para los 580.000 puertorriqueños en Pensilvania, un estado clave en las elecciones, este comentario caló hondo. Los puertorriqueños, que son ciudadanos estadounidenses, forman parte de un electorado latino que comparte preocupaciones sobre los planes de inmigración de Trump.
Con Pensilvania como un campo de batalla electoral clave, la alienación de puertorriqueños y, por asociación, de otros votantes latinos podría afectar políticamente a Trump.
En otros estados como Michigan y Wisconsin, donde residen aproximadamente 230.000 y 540.000 latinos, respectivamente, así como en Carolina del Norte, con más de un millón de latinos, y en Georgia, con una población latina en crecimiento, la postura dura de Trump podría alienar a una fuerza electoral creciente. En Arizona y Nevada, los latinos constituyen casi un tercio de la población. Estos grupos, muchos de ellos motivados a emigrar por dificultades económicas, violencia y represión, siguen aumentando. En 2022, la inmigración desde América Latina alcanzó un récord de 2.76 millones. Las promesas de deportación pueden energizar a la base trumpista, pero también arriesgan alienar a una parte crítica del electorado en esos estados donde los latinos tienen una creciente influencia.
Mientras Trump se enfoca en la inmigración, Kamala Harris ha hecho de los derechos reproductivos el tema central de su campaña. Ha construido una coalición en torno a la protección de los derechos de las mujeres, especialmente después de la decisión de la Corte Suprema en 2022 de revocar Roe v. Wade, facilitada por los jueces designados por Trump. Este fallo revirtió un derecho al aborto de casi 50 años, llevando a varios estados a imponer restricciones severas y encendiendo un debate nacional sobre el control y la autonomía de las mujeres.
En estados clave como Michigan y Wisconsin, el aborto se ha convertido en un tema importante. Recientemente, Michigan garantizó el derecho al aborto mediante una enmienda constitucional en 2022 y derogó una ley de 1931 que lo prohibía casi por completo, fortaleciendo así las protecciones para los derechos reproductivos. En Wisconsin, un fallo judicial de 2023 permitió reanudar los servicios de aborto al aclarar que una ley de 1849 no aplicaba a los procedimientos realizados por profesionales médicos. La tendencia está a favor de Harris, quien ha presentado el aborto no solo como un tema de mujeres, sino también de familia. Michelle Obama lo subrayó en un reciente discurso: “Tu esposa podría estar en riesgo durante un parto, y el doctor podría no estar seguro de poder ayudar”. Este llamado a los hombres destaca las implicaciones más amplias de los derechos reproductivos. Harris espera movilizar no solo a mujeres, sino a familias que sienten el peso de estas decisiones.
Trump, por su parte, confía en su base conservadora, muchos de los cuales apoyan el retroceso en los derechos al aborto. Sin embargo, este tema podría perjudicarlo con mujeres, mayoritariamente blancas y de centro derecha, que consideran el aborto una decisión personal de la mujer.
El contraste entre Trump y Harris es claro: inmigración frente a derechos reproductivos. En estados bisagra, Harris ha ido ganando terreno. De ganar, Kamala Harris sería una presidenta sin precedentes. Lo más probable es que su gobierno, con un Congreso dividido, sea moderado y sin grandes sobresaltos, pero traería una promesa de estabilidad y decoro en tiempos inciertos. En cambio, Trump representa un riesgo inaceptable para Estados Unidos, y para la región.
Por Carl Meacham, exasesor principal republicano en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU., ahora es consultor internacional, y Robert Funk, profesor asociado de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile.
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