Columna de Carlos Correa: Efecto arepa
La única incerteza que había en las elecciones recientes en Venezuela era el modo como Maduro haría la puesta en escena de su aparente victoria. Debido a una mejor organización de la oposición, que actuó con más calma que veces anteriores y tuvo acceso a un buen porcentaje de actas, el fraude fue más brutal. Simplemente se cayó el sistema y apareció de manera mágica una victoria oficialista.
Esta manera tan abierta de actuar incluso llenó de vergüenza a antiguos partidarios como Lula, quien rápidamente salió a manifestar que era necesario ver las actas de las mesas que no se hicieron públicas. Similar reacción tuvo el Centro Carter ante el desparpajo de una victoria que no tiene explicación. Con ese antecedente el gobierno chileno, una vez que el Presidente aterrizó en los Emiratos Árabes Unidos sacó una declaración en similares términos, manifestando sus dudas.
La tradicional imprecación moral que suele hacer la derecha con el tema Venezuela no daba resultados entonces, por más que algún que otro exaltado sacaba viejos tuits del diputado Boric. Pero después de dos años, que haya cambio respecto a sus posiciones anteriores no constituye novedad. El problema ahora es el PC, partido clave en la alianza de gobierno, que nunca ha ocultado sus simpatías por el régimen de Maduro. Dada la evolución de las cosas queda atrapado en un difícil momento. Si bien hasta ahora se han procesado bien las diferencias con el PC en materia internacional, la radicalización del tema, que incluye la exigencia del gobierno de Maduro que se retire el personal diplomático chileno, obliga a todos los partidos a tener que apoyar al Presidente fuera de toda vacilación.
Salvo por sus efectos en la migración, la simpatía o no sobre Venezuela no es un factor decisivo en las elecciones. Tiene un alto volumen en los medios, pues son exitosos los cuestionamientos al respecto, que suelen generar cismas en la izquierda; y una cierta superioridad en la derecha, que ya no tiene que defender dictadores, como lo hacía cuando Pinochet estaba en vida. Pero en votos concretos, salvo el de los propios venezolanos, no tiene mayor efecto.
Pero por el efecto medial, dentro de la coalición es tentador hacer la diferenciación, toda vez que el fraude de Maduro tuvo también partidarios en la izquierda más dura. La sola sensación que su derrota podía implicar un retorno masivo de los venezolanos que viven en Chile generó un cierto ambiente que podría ser aprovechado comunicacionalmente, y machacar al gobierno con el viejo canto anticomunista. Pero en las urnas las cosas no se mueven. Como señaló en su momento el senador Felipe Kast, los venezolanos votan de cierta manera definida, y por ello la oposición defendió a rajatabla mantener la multa para quienes no fueran a las urnas.
El otro asunto que tendrá efectos en las futuras elecciones es la nueva oleada migratoria producto de la inestabilidad que vendrá. El aislamiento que tendrá el régimen venezolano y la pérdida de las esperanzas llevará a muchos más a seguir el camino de sus parientes que se esparcieron por Sudamérica. Si ocurre en este tiempo puede mover la aguja electoral hacia aguas más radicales, y poner a la izquierda en una difícil situación en el ciclo electoral. Bajo ese punto de vista, es la derecha la principal beneficiada del triunfo arreglado de Maduro. Nunca una situación política en otro país había tenido tantos efectos en la política local.
Por Carlos Correa Bau, Ingeniero Civil Industrial, MBA.