Columna de Carlos Correa: El estallido de la seguridad

Asesinato de tres carabineros en Canete
El General de Carabineros Ricardo Yañez asiste al lugar del asesinato de tres carabineros en Cañete. Foto: Carabineros vía Aton Chile


La muerte de los tres carabineros en el sur, como producto de una emboscada con alto poder de fuego, pone al gobierno y al país en una situación de conflicto no comparable a ninguno de los problemas de seguridad antes visto. Todas las muertes de policías conllevan una tragedia, pero un ataque de este tipo no es producto de bandas escapando de controles policiales, sino de una emboscada más propia de las guerrillas, como ocurre en otros países latinoamericanos, lo que implica un riesgo profundo al Estado. Una primera sospecha es sin duda vincular dicho acto al veredicto de culpabilidad a Héctor Llaitul, y se entendería como una amenaza ante la inminente dictación de su condena. Si resulta ser ese el escenario, tiene la mayor gravedad posible, toda vez que en sus inicios figuras ligadas al gobierno buscaron acercarse a él, sin éxito, y con desprecio de parte del líder terrorista.

Este hecho ha desencadenado una verdadera contrarevuelta dentro de la opinión pública. Figuras oficialistas han tenido que enfrentar a los medios y las redes sociales para dar explicaciones a su adhesión al llamado “perro matapacos”, ícono usado durante las protestas de 2019 y exhibido en poleras por varias figuras que hoy están en el gobierno. También otros han tenido que enfrentarse a sus propias frases sobre Carabineros en el pasado, donde repetían como mantra que era necesaria una refundación de dicho cuerpo, el mismo que hoy apoyan sin duda alguna, pese a que su General Director está acusado de encubrir violaciones a los Derechos Humanos.

Es un hecho que si bien la actual coalición en el gobierno no fue quien inició el estallido, sí varios de sus integrantes corrieron a abrazar la causa, y guardaron silencio ante la violencia que se desataba contra la ciudad. Si bien no hay vinculación lógica alguna entre el abuso del ícono del “perro matapacos” y los actuales atentados contra carabineros, cabría preguntarse cómo se sentirían muchos en la izquierda si sectores republicanos o similares crearan un “perro antifeminista” o algo similar, que encierre lenguaje de odio.

El hecho concreto es que ahora el gobierno está en el peor de los escenarios. Ya no es solo que esté completamente desactivada la agenda transformadora, tras la derrota de la propuesta en la Convención o que no tenga la capacidad de sacar proyectos claves por la falta de mayorías, sino que debe concentrarse en el tema de la seguridad ciudadana, dando más poder a Carabineros, permitiéndole e incluso incentivándole a que ocupen la fuerza para hacer valer el Estado de Derecho. Es algo que ni en sus peores pesadillas el Frente Amplio pudo imaginarse. Peor aún, debe enfrentarse a parlamentarios de sus propias filas, que han sido llamados los “nuevos Altamiranos” por el diputado Araya.

El problema ahora no es solamente resolver este crimen y desarticular a una banda armada que circula con un alto poder de fuego, sino convencer a la ciudadanía que la preocupación por la seguridad que tiene el actual gobierno es genuina. Por suerte para efectos electorales, los opositores también se han equivocado, pues al calor de las primeras horas después del atentado, el diputado Alessandri inventó otro atentado y, más grave aún, la candidata presidencial Evelyn Matthei, sin pudor ni elemento alguno, acusó a los fiscales de inventar delitos contra el General Director de Carabineros.

Carlos Correa, Ingeniero Civil Industrial, MBA.