Columna de Carlos Correa: La batalla de los gobernadores
La otra elección que ocurre en las municipales de octubre es la primera vuelta de la elección de los gobernadores regionales. Esta tiene la particularidad de que ninguna de las coaliciones tiene algún tipo de pacto firmado de apoyarse mutuamente, a diferencia de lo que ocurre en el espacio municipal. Allí, el oficialismo y la DC tienen un acuerdo casi completo, que incluyó primarias en varias partes y una fórmula para las listas de concejales. En la oposición, aunque hay dificultades en varias comunas, en la gran mayoría debiera haber consenso, como muestra el gesto de apoyo de Matthei al ex general de Carabineros en Maipú.
En cambio, para los gobernadores no hay ningún tipo de compromiso, lo que aumenta la incertidumbre y la ansiedad. En el oficialismo, la situación actual es que, en conjunto con la DC, poseen 13 de las 16 regiones, de las cuales 12 han manifestado la idea de ir a la reelección. Pese a ello, no existe el principio del que tiene mantiene y se han producido paradojas como que en la Región Metropolitana la DC está pensando en levantar un candidato para competir con Claudio Orrego, o que en otras partes se considere que la verdadera primaria es la primera vuelta, con el riesgo de que el sector quede fuera en el ballotage, como le ocurrió a la derecha en Santiago la vez pasada.
El problema es que lo que está en juego es mucho más. Por un lado, los gobernadores tienen un rol fundamental pues administran los recursos de las regiones y poseen con ello un gran poder. Además, la elección concentra una gran cantidad de votos, y si Claudio Orrego logra llegar al 40% en la primera vuelta, se convertirá en el político más votado en los últimos tiempos y con ello toma otras proyecciones. En otras regiones, esta contienda se convierte en una especie de primaria senatorial, por lo que perder incluso es beneficioso. Así ocurrió la vez pasada en la región de los Ríos, y puede ocurrir en Valparaíso, donde la candidata de la UDI tiene un claro perfil senatorial, e incluso Mondaca si no logra ser reelegido.
También es una buena oportunidad para la derecha, pues la vez pasada logró solo una gobernación, por el clima imperante en esos tiempos. Así, desde un punto de vista matemático, cualquier resultado mejor que aquel podría presentarse como un éxito, aunque no logren mayoría nacional en este ámbito.
Para los partidos que no tienen gobernadores es una tarea mayor lograr alguno, lo que puede desordenar más las negociaciones. Es el caso de los Republicanos, que no tienen a nadie en ninguna parte y pretenden dar el golpe en este punto, por lo que presentaron candidaturas en prácticamente todas las regiones. Por el volumen de votos y las proyecciones que tienen, el incentivo a negociar y bajar algunas candidaturas ante la arremetida de Chile Vamos es muy bajo.
También para los partidos más pequeños del oficialismo es importante tener espacios en este ámbito. El caso más emblemático es el del Partido Comunista, que no tiene presencia en ninguna región y aspira a ganar en zonas donde han tenido buenos resultados, como Santiago y Coquimbo. Debido a que la DC posee varias regiones que cuidar, al igual que el socialismo, tienen más incentivos para construir acuerdos y evitar las contiendas de primera vuelta que podrían dejarlos fuera del ballotage. Así, esta elección también servirá para medir cómo saldrán las fuerzas en octubre en la gran batalla presidencial y parlamentaria.
Por Carlos Correa Bau, Ingeniero civil industrial, MBA.
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