Columna de Carlos Correa: Ojos de perro azul
Un aire frío recorre La Moneda después de la encuesta Cadem, donde la aprobación alcanzó un mísero 24%, tras varios meses con el gobierno rondando el 30%. Ni siquiera los indultos, otorgados en momentos en que el gobierno tenía la iniciativa en materia de seguridad, con la mesa propuesta por la ministra Tohá, lograron mermar ese porcentaje duro. Tampoco fue socavado por el escándalo de los convenios, apodados de manera temprana y audaz como el “Caval del Frente Amplio”.
Pese a la serie de acusaciones de la oposición que intentaron ubicar dicha crisis en La Moneda, sumado a algunos errores comunicacionales como la primera respuesta de Jackson ante los robos de computadores en el recinto, no se registró descenso alguno en las encuestas. Esta invariabilidad en los datos hizo creer que el Presidente contaba con una base dura de apoyo, resistente a cualquier eventualidad, un fenómeno muy raro en política. Este concepto fue repetido como un mantra en medios y similares, y condicionó buena parte de la estrategia gubernamental. Varios decían que era mejor no arriesgar y asegurar hablarle siempre a las propias tropas. Sin embargo, la evidencia en la opinión pública muestra que, en estos tiempos, ningún gobierno tiene una base dura, sino que la aprobación es el resultado de una serie de transacciones y/o apreciaciones respecto a los gobernantes, en un contexto político que se asemeja más al estado líquido de la materia.
El desplome de esta semana trajo consigo una dosis de realidad sobre esa tesis, generando más preocupación que el grueso error cometido por Boric en la entrevista con Archi, al referirse al Perro Matapacos. El solo hecho de que ninguno de los tres entrevistadores le preguntara al respecto da a entender que el mandatario había planeado abordar el tema para desvirtuar el supuesto argumento de que el homenaje a dicho ícono tiene consecuencias, como el atentado a Carabineros. La reacción en las redes sociales ante el giro en este tema hizo pensar a varios que el negado perro negro estaba cobrando su venganza. La posterior revelación de que había faltado a la verdad agravó la falta, aunque en sí misma no es un asunto que lo haga caer en las encuestas. Ejemplos sobran en el mundo, siendo el más conocido el de Bill Clinton y sus primeras declaraciones sobre el caso Lewinsky. La historia demuestra que su gestión fue exitosa y que se convirtió en un líder de marca mundial.
La verdad es que el gobierno enfrenta un problema mayor, ligado a la credibilidad a largo plazo del Presidente. Cada vez que hay acciones violentas, recurre al lenguaje altisonante contra la delincuencia, que es interpretado de manera diferente en los hogares: una falta de capacidad para enfrentar los problemas, es lo que lo lleva a recurrir a palabras exageradas que terminan pareciendo más constricciones que adaptaciones a los tiempos. Es un problema bien descrito por Rubén Blades en su canción “Ojos de Perro Azul”: “Cuando corremos en eternas retiradas que pretendemos tornar en descubrimientos, cada mañana”.
Este exceso de retiradas y la falta de mostrar acciones concretas simplemente terminan cansando al público más fiel, en este caso, las mujeres de sectores populares, donde ha sido mayor la desafección. El lado que debiera aprovechar el gobierno es que ha demostrado que es capaz de todo, incluyendo negar al ícono más popular de la revuelta, con tal de apoyar a Carabineros y fortalecer la lucha contra la delincuencia.
Por Carlos Correa, ingeniero civil industrial, MBA.