Columna de Carlos Correa: ¿Qué hará la derecha?
En el discurso donde reconoció su derrota, la candidata Karina Oliva prefirió culpar a la derecha de su derrota, su frase respecto a que el “miedo cambió de bando” hace referencia a la importante votación que tuvo Orrego en tradicionales bastiones oficialistas. A manera de ejemplo, en Las Condes, Orrego obtuvo un 88% de los votos, y así en otras comunas del sector oriente. Los grupos más radicales buscarán crear una derrota moral para la centroizquierda, creando un problema práctico para el oficialismo.
La serie de intervenciones en televisión, con una candidata que lograba instalar la lucha de clases como argumento electoral, generó suficiente irritación en la derecha para provocar el “Olivazo”, fenómeno similar al de 1964, cuando el sector conservador del país decidió apoyar al democratacristiano Eduardo Frei, ante la amenaza de un triunfo de Allende. La baja participación en comunas populares, donde Oliva obtuvo buenos resultados hizo el resto. Esa especie de triunfalismo que había en la izquierda más radical, que llevó incluso a Jadue a anticipar que hará cuando sea presidente; chocó con la indiferencia en sus comunas más favorables, y el rechazo abierto incluso en comunas como Ñuñoa.
La pregunta ahora es qué hará la derecha de aquí en adelante. Es imposible que pueda triunfar con sus candidatos y sus ideas. En estas pasadas elecciones de gobernador ganó en solo una región de las 16 del país, y en las otras que llevaba candidaturas a segunda vuelta fue derrotada ampliamente. Más aún, varias de las regiones repitieron el modelo de la RM, donde quedó fuera del balotaje. El problema será en la primaria, pero también en el modo como actúe en la convención constituyente.
La ex NM, la misma que fue tantas veces boicoteada en sus reformas razonables que habrían impedido bastante del clima social que vivimos, ha resultado ser un dique formidable para detener lo que Chahuán denominó el tsunami rojo. La llamada derecha cultural fue clara en esta elección: prefieren pagar más impuestos, enfrentar sistemas mixtos en pensiones o tener más restricciones ambientales, pero no tener la calle encendida por gobernantes de derecha que mandan a las personas a comprar flores cuando reclaman por el alza del metro.
En pocos días vendrá el desafío de la convención constituyente, donde la derecha es minoritaria, pero posee votos suficientes para desequilibrar la balanza en el quiebre definitivo que se produjo en la oposición a partir de esta elección. Podrá quedarse en las trincheras y defender las ideas como seguramente hará Marcela Cubillos y otros ultramontanos. La otra alternativa, más razonable, es hacer lo que hicieron sus votantes : silenciosamente sumar sus votos a los opositores moderados, sin pedir nada a cambio.
En la primaria tendrá el dilema de persistir en sus ideas minoritarias, para buscar el voto duro o buscar parecerse lo más posible a una socialdemocracia como vaticinó Lavín o un liberalismo compasivo como el que transmite Briones. Las reformas que en su momento propuso Bachelet han demostrado que son el camino para una sociedad más justa y pacífica. El negacionismo extremo que tuvo en su momento la derecha con las reformas demostró no ser el camino. Tampoco lo es el camino radical que plantea el PC y el Frente Amplio, que asusta a los votantes. En ese dilema la derecha va a seguir siendo tercera, incluso en la elección presidencial.
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