Columna de Carlos Correa: "Son todos narcos"

Son todos narcos
Son todos narcos


Una pregunta que recorre los whatsapp de políticos y analistas a raíz de la evolución que ha tenido el caso Hermosilla es si tendrá impacto en las elecciones municipales y regionales que vienen, y cuál es el sector que será más afectado ¿Moverá la aguja y provocará al menos en alguna comuna o región un efecto Atocha?

Este último efecto viene de la elección en España, que ocurrió pocos días después del atentado terrorista en Atocha en 2004. El gobierno del Partido Popular culpó inicialmente a ETA, para tratar de cargar la mano a los partidos pequeños de las autonomías españolas que suelen alinearse con los socialistas en la definición del nuevo gobierno. El exceso de irresponsabilidad por parte de la derecha española en un caso que debió manejarse con prudencia, terminó jugándoles en contra, dando una inesperada victoria al PSOE.

En este caso, ante la prisión preventiva de Luis Hermosilla, La Moneda salió rápidamente a golpear y marcar puntos. La virulencia y rapidez en la respuesta hizo retroceder al Ejecutivo, pero la suma fue positiva. En la encuesta semanal Cadem subió un punto y el caso es rápidamente vinculado a la oposición, y los costos los pagó la imagen de la justicia. Un cálculo rápido podría hacer pensar que, pese al enojo del abogado Hermosilla (en este caso el defensor, no el detenido), fue ganancia, al pasarle la pelota a la oposición, que ha mantenido un conveniente bajo perfil. Esa baja energía no les ha impedido advertir en off, que puede producirse una repetición del caso Penta – SQM que terminó rebotando en la centroizquierda. Pareciera entonces que estamos en un caso donde se producirá un empate, con efectos neutros en el resultado. Algo así, como que los amigos de Hermosilla están uniformemente distribuidos en todo el espectro político, por lo que no hay un ganador claro. Una prueba de dicha operación es que ante una encuesta donde la presidenta Bachelet aparece con un porcentaje que se acerca a Matthei, surge una conveniente filtración que lo vincula muy lejanamente con el caso Caval. Y así puede jugarse eternamente al empate.

Pero hay diferencias con casos anteriores y tiene que ver con las particularidades de esta elección. Esta es la primera de cargos permanentes con voto obligatorio, donde habrá al menos 4 millones de votantes nuevos, de los que solo se sabe que no tienen mayor interés por la política, se informan por la televisión y redes sociales y su comportamiento en los procesos asociados al tema constitucional, fue votar en contra de todo.

Como se ve este caso es simplemente como una culpa colectiva de la justicia, de los políticos, del sistema. Las referencias a las langostas y otros lujos para el gran público no son vistos como propios del abogado, sino de todo el sistema político y de todos los poderosos. Ocupando el estribillo de una famosa canción popular, para la gran mayoría de los nuevos electores “son todos narcos”. En ese sentido, los ganadores serían los antisistema, y no los articuladores del empate.

El efecto de ello no es más o menos votos para la izquierda o la derecha, sino un aumento del descrédito de la política. El único remedio posible no es el juego de las culpas, sino ocupar el caso para una profunda reforma a la justicia, al modo como se designan jueces y fiscales, de tal manera de disminuir la opacidad en dicho proceso. El momento para ello debiera ser antes de la elección, pero se ve difícil ese propósito en un ambiente de polarización como el que vivimos.

Por Carlos Correa Bau, Ingeniero Civil Industrial, MBA.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.