Columna de Carlos Correa: Una lectura electoral del informe del PNUD
El reciente informe del PNUD sobre Chile entrega una serie de datos valiosos para el proceso actual de elecciones regionales y municipales. Informes anteriores fueron previsores de profundos cambios que ocurrieron en la sociedad, y en especial el fin del modelo de los consensos, por lo que el actual requiere una mirada atenta.
El primer punto interesante es la polarización del debate público, que se volverá insoportable en estridencia a medida que se acerquen los días electorales. Ese ambiente genera efectos negativos en las percepciones de las personas. Por ejemplo, en la percepción de los avances que ha tenido el país en los últimos años y en la visión de futuro, que se ha vuelto más pesimista. Un ejemplo de ello es que el mayor sentimiento sobre el país es la preocupación, que aumentó 10 puntos desde 2013. En el mismo sentido, bajó la esperanza a casi la mitad, y aumentó el miedo cinco veces. Si las elecciones tienen que ver con emociones, como describe Drew Westen en “The Political Brain”, el crecimiento de estas dos influirá en las votaciones.
Otro efecto es la profunda desconfianza que se instala en la política como un factor que puede resolver problemas concretos de las personas. El funcionamiento de esta actividad se percibe como el asunto más difícil de resolver, más aún que la desigualdad o la inseguridad de los barrios. Respecto a esto último, solo un 16% de las élites políticas espera un país más seguro y ordenado, a diferencia del 35% de la ciudadanía. En contraste, el 75% de la ciudadanía espera que se apliquen castigos severos a quienes hayan cometido delitos, a diferencia de un 31% de las élites políticas. Si la seguridad ciudadana es un clivaje posible en las elecciones que vienen, tendremos un problema mayor de representatividad.
Pero hay noticias esperanzadoras. Las personas prefieren liderazgos que estén dispuestos a cambiar de opinión, si son capaces de proponer una solución a un problema concreto. También les acepta que se demoren en cumplir sus promesas, en la medida que vayan en la dirección correcta. E incluso, no tienen problemas que tengan valores distintos, en la medida que sean capaces de construir acuerdos.
Este deseo de las personas es muy lejano a cómo se está configurando el debate político que, según el informe del PNUD, “se caracteriza por la presencia de divisiones ideológicas que se articulan en base a oposiciones dicotómicas. Estas oposiciones funcionan como verdaderas trincheras desde las cuales los actores caracterizan negativamente a quienes se les oponen, negándoles cualquier atisbo de racionalidad. "
En las formas en que se están desarrollando las campañas, prima también este espíritu de colisión y no de soluciones, al estilo del famoso programa “Sin Filtros”. Dos ejemplos recientes de esta dicotomía es la ofensiva contra el alcalde Tomás Vodanovic por inaugurar un consultorio con la ex Presidenta Bachelet, a quien llegaron a acusarla de intervencionismo; o las respuestas a este medio de la candidata oficialista Macarena Fernández en Providencia, que eligió la descalificación a su contendor por sobre sus propuestas.
La pregunta entonces es por quién votarán las personas, en este escenario de disociación de sentimientos y prioridades entre los candidatos y sus electores. Esto tiene más interés en los escenarios con voto obligatorio y, por tanto, participación de personas que han estado más distantes de la política.
Por Carlos Correa Bau, ingeniero civil industria, MBA.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.