Columna de Carlos Escaffi: Perú 2026: El inminente retorno del expresidente Alberto Fujimori

El expresidente peruano Alberto Fujimori, acompañado por sus hijos Keiko y Kenji, sale de prisión tras ser liberado tras la restauración de un polémico indulto de 2017 por motivos humanitarios, en las afueras de Lima, el 6 de diciembre de 2023. Foto: Reuters


Por Carlos Escaffi R., fundador de Relaxiona Internacional y profesor PUCP.

En Perú cualquier cosa puede pasar. Quiérase o no, esta ha sido una frase que, de alguna forma, ha graficado y explicado no sólo la permanente turbulencia política, sino que ha servido de argumento para explicar los diversos episodios de inestabilidad, también de excusa para validar lo inexplicable, lo impredecible, el error estadístico, la carente predictibilidad institucional que dejó seis presidentes en cuatro años (2018-2022). De hecho, la metáfora del “Cisne Negro”, explica de alguna forma la dimensión o sucesos no previstos, inesperados, impensables con alto impacto, que no se vieron o no se quisieron ver y, claro, una vez ocurridos, se racionalizan por retrospección.

Por tanto, en esa dimensión, es una posibilidad que el expresidente Alberto Fujimori de 85 años, quien convive con una enfermedad degenerativa y que fuera presidente del Perú por dos periodos (1990-2000), posteriormente condenado a 25 años por delitos de lesa humanidad y que luego fuera puesto en libertad el 6 de diciembre de 2023, gracias a un fallo del Tribunal Constitucional que revalidaba el indulto humanitario concedido por el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, finalmente culmine sus últimos años en la arena política, de candidato presidencial y con altas posibilidades de volver a sentarse en el sillón de Palacio de Gobierno.

Personas protestan frente a la prisión donde se encuentra detenido el expresidente Alberto Fujimori, en Lima, el 6 de diciembre de 2023. Foto: Reuters

Pero ¿cómo ello podría ser una posibilidad? En política no hay casualidades, entonces, no es menor que su vuelta a la política haya considerado apariciones en espacios públicos, que lejos de recibir el rechazo social al que estaría expuesto cualquier político, muy por el contrario, es recibido con simpatía, posando para selfies no sólo con millennials, sino que también con peruanas y peruanos que nacieron a partir de 1940 en adelante, que le agradecen por haberlos liberados del episodio más oscuro que ha vivido el Perú, el terrorismo (1980-2000), reconociéndole por cierto, acciones históricas como el rescate de los rehenes de la residencia del embajador japonés, conocida internacionalmente como la “Operación Chavín de Huántar” (1997), el rescate que unió al Perú.

Más allá de las reacciones y pasiones que puede generar Alberto Fujimori, lo que es innegable es el capital político que mantiene intacto y que, a lo menos, sino fuera la Presidencia de la República, podría llevarlo también a un sólido curul en el Senado, recordemos que el Congreso del Perú aprobó el retorno a la bicameralidad.

La eventual candidatura del expresidente Fujimori, presente en el escenario electoral de abril 2026 y la potencial asunción del cargo el 28 de julio de dicho año, momento que lo alcanzaría con 88 años, es también una posibilidad puesto que eventualmente podría contemplar una fórmula presidencial en la que la candidata a la primera vicepresidencia de la República podría ser su hija, Keiko Fujimori, quien también fuera su primera dama, con ello de alguna forma, entregaría al electorado tranquilidad en cuanto a continuidad de su gobierno y aseguraría una importante elección de congresistas, al menos más del 50% del total de curules.

Respecto del escenario electoral para el 2026, bajo el entendido que se mantendría ese probable acuerdo tácito de subsistencia política entre Ejecutivo y Legislativo y la señora Dina Boluarte, presidenta Constitucional de la República del Perú culmine su mandato en julio del 2026 y las distintas figuras de vacancia presidencial que seguirán rondando se diluyan, se espera un espectro de agrupaciones políticas y algunos partidos políticos bastante atomizado, al menos por sobre 35 postulantes que aspirarían participar en el proceso de Elecciones Generales, en dicho escenario de primera vuelta, la candidatura del expresidente Fujimori lograría al menos un 27%, porcentaje de votos muy representativo con el que pasaría con holgura a una segunda vuelta, ya en ese espacio las posibilidades para algún contrincante por más divergente, disruptivo, ultra nacionalista, confrontacional que sea, serán muy limitadas. El recuerdo en la retina del votante que hoy tiene por sobre 40 años, que creció con Alberto Fujimori hará lo suyo.

Por lo demás, recuerden el momento de la elección previa al segundo gobierno del expresidente Alan García, se impuso el capital político que tenía, sumado a una voluntad de reivindicación y trascendencia histórica.

Por lo pronto, el expresidente Fujimori que va manteniendo una consistente presencia en redes sociales, en la que apunta a derribar diversas narrativas, relatar decisiones que tomó en los dos períodos que gobernó, ha asegurado que la presidenta Boluarte continuará su mandato hasta el 2026, porque así lo habría acordado Fuerza Popular y el fujimorismo.

Finalmente, reitero lo señalado al inicio de este artículo: en Perú cualquier cosa puede pasar, y citando a Nietzsche, convengamos que, la interpretación que prevalezca en un momento dado es una función del poder y no de la verdad.

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