Columna de Carlos Gajardo: Estrategia integral
De acuerdo a las últimas estadísticas entregadas por el centro Mide UC de la Universidad Católica, en el último año se consumieron más de 6 mil millones de cigarrillos ilegales en Chile. Este número, no menor, se traduce en que más del 50% de las personas en nuestro país consume diariamente este producto ilícito.
Esta actividad delictiva, a simple vista inocente, no viene por sí sola. Ya lo advertía el analista Guillermo Holzmann en uno de sus estudios, donde señala que el 81% de las actividades de contrabando de cigarrillos se asocian al tráfico de drogas y armas. Es decir, en 8 de cada 10 casos donde hay tráfico de cigarrillos, también hay presencia de narcotráfico o contrabando de armas.
A partir de los resultados de Mide UC, se afirma que en los últimos tres años, a través del contrabando de cigarros, Chile ha financiado al crimen organizado con 2.800 millones de dólares. Son cifras que involucran una cadena logística de gran envergadura, donde en nuestro quehacer cotidiano solo nos toca ver al vendedor final a través del clásico colero o vendedor ambulante, sin profundizar en todo lo que hay detrás, como el traspaso ilegal de pasos no habilitados en las fronteras, las disputas de territorio y mercancía entre bandas delictivas, e incluso lavado de dinero y corrupción.
Recientemente en Magallanes las autoridades detuvieron a una red de cerca 20 personas por contrabando de cigarrillos, asociación ilícita y lavado de activos el cual, hay que destacar, no es el primero que ocurre en la zona. Y es que estos cargamentos ilegales proceden principalmente desde otros países vecinos, como Paraguay y Argentina, e incluso China, permitiendo la entrada a la corrupción y generando una pérdida de confianza en las instituciones gubernamentales.
¿A qué se debe su popularidad? Comparado con otros delitos igualmente rentables, el contrabando de cigarrillos es uno de los preferidos por los bajos riesgos y costos, así como a una legislación laxa que dificulta su persecución. Además, al ser un producto con una de las tasas impositivas más altas, genera una gran cantidad de ingresos con la venta de cajetillas ilegales que se comercializan a un precio hasta 60% más bajo que las legales.
El comercio ilícito de tabaco ha ido creciendo de manera sostenida desde hace ya varios años, y en los últimos cinco años se ha duplicado la incidencia de consumo. Para enfrentar de manera efectiva el contrabando de cigarrillos y el crimen organizado, es esencial implementar una estrategia integral que involucre colaboración en tres niveles interrelacionados.
En primer lugar, las instituciones del Estado deben fortalecer sus capacidades de supervisión y control mediante la integración de tecnología avanzada y la capacitación de personal especializado. Esto incluye la coordinación entre aduanas, fuerzas de seguridad y agencias de inteligencia para detectar y desarticular redes de contrabando. En segundo lugar, las alianzas público-privadas juegan un papel fundamental al fomentar la cooperación entre el sector privado y las autoridades estatales y, finalmente, cabe destacar la colaboración transfronteriza entre países para combatir redes de contrabando que operan a nivel internacional. Magallanes ha sido pionero en este último punto, con distintas colaboraciones entre la policía chilena y argentina.
Por Carlos Gajardo, abogado y exfiscal
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