Columna de Carlos Meléndez: Gioconda sin Rut
El ofrecimiento del Presidente Gabriel Boric de otorgar residencia y nacionalidad chilena a nicaragüenses injustamente expatriados por la dictadura de los Ortega, ha sido aplaudido por la comunidad democrática internacional. Para un gobierno de izquierda que quiere marcar distancias con los socialismos autoritarios, es ésta una estupenda oportunidad de demostrar su quiebre generacional. Para un Presidente encandilado con la literatura progresista, es, también, una ocasión para acercarse, como lector, a algunos de sus más admirados autores: Sergio Ramírez y Gioconda Belli, quienes han recibido el magno ofrecimiento con gratitud.
No es la primera vez que el drama de las dictaduras de izquierda trae como consecuencia gestos políticos apropiados de parte de gobiernos chilenos. Sebastián Piñera, en su momento, a nombre del gobierno de Chile, no reconoció al régimen político presidido por Nicolás Maduro. De la misma manera, para mostrarse opositor de regímenes que vulneran los derechos humanos, Boric toma ventaja de la indefendible nicaragüense. Sin embargo, obvia el origen de la izquierda autoritaria latinoamericana: la dictadura en Cuba. Cuando el actual gobierno sea tan valiente con los castristas como con los sandinistas, su narrativa será creíble; de otro modo, perpetuará el histrionismo y el doble rasero que han mostrado muchos en el hemisferio, atrapados en la simbología de una camiseta con el estampado del Che.
El gesto de Boric es fallido en otro nivel. Estamos ante un gobierno que, como parte de su relato políticamente correcto, se jacta de un trato digno a los extranjeros que hemos llegado a este país, aunque la realidad lo desmienta. ¿Cómo puede dar la bienvenida a inmigrantes, con un sistema migratorio tan ineficaz? Para quienes tenemos que lidiar permanentemente con el Servicio Nacional de Migraciones, es habitual que los plazos para regularizar la situación migratoria venzan por el incumplimiento de los propios funcionarios públicos. ¿Cuántos extranjeros han quedado en el limbo, con una cédula de identidad caduca, porque Extranjería no ha culminado el proceso en sus propios plazos? ¿Cuántos inmigrantes llevamos años esperando renovar visas sin tener noticia alguna de solución? Súmese a ello las penalidades administrativas y las limitaciones a la libertad de movimiento y otras libertades, a las que son sujetos los inmigrantes irregulares, derivadas de las violaciones de las autoridades a su propia ley. Considérense también las contradicciones entre discursos y afanes, cuando se procura combatir la inmigración ilegal y se desincentiva la migración ordenada.
De concretarse la aceptación de la invitación presidencial, seguramente Gioconda Belli tendrá un trato express y adquirirá la ciudadanía chilena rápida y merecidamente, como una suerte de compensación por el abuso del que es víctima de manos del régimen que dicta Daniel Ortega. Pero cientos (quizás miles) de otros inmigrantes, anónimos, que llegan a Chile en busca de un mejor futuro, pasan por la tortuosa burocracia del servicio migratorio. La Gioconda sin RUT, esa mujer inmigrante y de estatus irregular por la ineficiencia de la burocracia chilena, tendrá un trato de inferior en una democracia que se pavonea, ante la comunidad internacional, de una cortesía igualitaria para todos los habitantes de este territorio.
Por Carlos Meléndez, académico UDP y COES