Columna de Carlos Meléndez: Nuevas cuerdas separadas


PRESIDENTE GABRIEL BORIC JUNTO AL PRESIDENTE DEL PERU, PEDRO CASTILLO


Esta semana acaeció en Santiago el IV Gabinete Binacional Chile-Perú, a la par que un consejo empresarial entre representantes de inversiones privadas de ambos países. Los acuerdos político-diplomáticos tomados parecen afianzar la cooperación, especialmente en temas de seguridad fronteriza, inmigración ilegal, narcotráfico y tráfico de personas. En asuntos empresariales, seguramente el encuentro también fue provechoso, reiterando la tendencia de ambos países al pragmatismo económico. Esta propensión apuesta por conducirse por “cuerdas separadas” de la bonanza de los negocios y de las catástrofes políticas que respectivamente abruman a dichas naciones (un proceso constituyente truncado en Chile, una inestabilidad presidencial crónica en Perú).

Años atrás, la referencia a aquellos carriles paralelos indicaba la conveniencia de que las querellas diplomáticas (que llevaron a Chile y Perú a la Corte de La Haya) no obstaculizasen los acuerdos comerciales y las inversiones que convirtieron al Pacífico en un mercado internacional fértil. En la actualidad, resueltas las disputas históricas, no existen obstáculos -en teoría- para fomentar y profundizar un clima de negocios más amigable entre ambos países. Los retos políticos que enfrentan estas naciones tienen, hoy, causas domésticas, las que han generado en sus respectivos territorios la mayor incertidumbre en sus historias recientes. ¿Podrá el pragmatismo de los negocios desafiar la incertidumbre política?

Todo parece indicar que sí. En primer lugar, Castillo obtuvo la bendición del opositor Congreso peruano para viajar a Chile (luego de haberle negado el permiso de viaje a México), con los votos en bloque de los fujimoristas. La hipótesis plausible para tal conducta es que solo la fuerza de los negocios puede explicar que el fujimorismo aprobara el encuentro entre dos presidentes anti-establishment (Boric y Castillo). En segundo lugar, las crisis, como se sabe, son oportunidades para la especulación; de modo que mientras las inversiones chilenas se retraen en Perú (salida de Enel), las peruanas apuestan por Chile (la compra de Soprole por el Grupo Gloria). Los actores económicos que más arriesgan parecen creer que, efectivamente, prosperarán las nuevas cuerdas separadas: crisis políticas graves por un carril y los negocios por el otro.

En contraste con la historia reciente de Chile y de Perú, que carece de presidentes que hayan rivalizado con sectores del empresariado, hoy, Boric arrecia contra un sector inversionista por temas medio ambientales y pensionarios, y Castillo, con sus iniciativas laborales pro sindicalistas, ha puesto al sector empresarial peruano a la defensiva. Ello, sumado a la incertidumbre inherente a las crisis políticas vigentes, genera entre el empresariado desconfianza hacia estos gobernantes. No obstante, ninguna de esas variables parece frenar el ánimo capitalista de quienes se deciden a tomar riesgos; aunque desconocemos cuánto jaloneo son capaces de resistir estas nuevas “cuerdas separadas”.

Por Carlos Meléndez, académico UDP y COES