Columna de Carlos Meléndez: ¿Seguimos... en momento destituyente?
Por Carlos Meléndez, académico UDP y COES
Luego de la apabullante victoria del Apruebo, en octubre del 2020, Juan Pablo Luna advirtió que el apoyo masivo en las urnas al proceso constituyente debiese ser entendido como un “momento destituyente”. Es decir, antes que el respaldo a una fase que conduzca a una nueva Carta Fundamental, debiésemos entender que se trataba del gesto de impugnación que la mayoría de chilenos mostraba a toda la clase política, incluida la izquierda. En menos de dos años, ha pasado mucha agua debajo de ese puente: la elección de una Convención Constitucional (CC), de un nuevo Ejecutivo y Congreso. Además, se acaba de entregar un mamotreto de 499 artículos que sería la base de la nueva Carta Magna y, a menos de cuatro meses para el plebiscito de salida, quedan dudas razonables de que sea refrendado electoralmente. Mientras para algunos estamos en el tramo final del recorrido, a otros nos quedan dudas. Por una sencilla pero dura interrogante: ¿Acaso no seguimos atrapados en un momento destituyente?
La elaboración de la nueva Constitución no ha colmado varios ofrecimientos. Como lo ha señalado Kathya Araujo, había una promesa de diálogo social que no se cumplió, debido a la premura por salir de la crisis. Sin este intercambio societal (que no podrá subsanarse con tres meses de pedagogía cívica), la posibilidad de un pacto político refundacional, con legitimidad social, se truncó porque la tan mentada crisis de representación de los partidos ha pasado una factura muy cara. La mayoría de “independientes” y las minorías sobrerrepresentadas (mucho amateur) padecen de las mismas desconexiones sociales que le achacaban a los partidos. Reprodujeron los males del establishment que tanto criticaron: elitismo y frivolidad. En su intento -casi desesperado- de buscar algún anclaje con la sociedad, apostaron por el revanchismo.
Como resultado, al Rechazo ideológico existente desde el primer día (la derecha pro statu quo) se le suma un Rechazo afectivo (quienes no se miran en el espejo de la impostada imagen de “pueblo” que proyectó la CC). Tenemos que entender que la Constitución no soluciona la crisis de representación (ni tampoco la crisis política). Así, las preferencias por el Rechazo son mayores que las del Apruebo desde abril (según todas las encuestas). Más el hecho de un Mandatario (y su gobierno) sin “luna de miel”. El Presidente Boric ha comprometido su relato político con este proceso, por lo que puede terminar siendo una suerte de guardián de un cofre vacío, si se impone el Rechazo. De hecho, su desaprobación y la intención de rechazar la nueva Carta Magna se muestran correlacionadas.
Para que se concrete un momento constituyente, tienen que gestarse grandes acuerdos sociales que tiendan puentes entre fuerzas políticas y reconozcan el pluralismo por encima de la polarización. Por ahora, Chile asoma aún lejano de ese ideal. Por ello, un triunfo del Rechazo o, incluso, una victoria apretada del Apruebo dejarán al país en un limbo político. Todo parece indicar que el camino constituyente en el país no termina el 4 de septiembre. Quizás, aún no haya empezado en serio.
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