Columna de Carlos Ominami: El fondo del estancamiento económico

Exportaciones


La evidencia es abrumadora. La economía chilena viene declinando de manera sistemática durante, por lo menos, los últimos quince años. El PIB potencial ha caído desde un promedio del orden del 6% en la década de los 90 a niveles actuales del 2%.

El estancamiento es incontrovertible. Las explicaciones difieren. Predomina en la actualidad una explicación propia de un “pensamiento vulgar”, esto es un razonamiento superficial que deja de lado las complejidades y se apoya en prejuicios o estereotipos. A esta categoría pertenecen los argumentos actualmente dominantes que ponen el acento exclusivo en la tributación, las trabas en el mercado laboral y la proliferación de regulaciones en especial en el ámbito medio ambiental. El pensamiento vulgar no inventa de la nada. Apunta a factores que tienen sin duda una incidencia, pero procede a una generalización excesiva que se alimenta de clichés y lugares comunes.

Cuatro destacados economistas de la plaza -Bergoeing, Briones, Butelmann y Landerretche han intervenido recientemente en el debate. Aportan una mirada refrescante. Asumen que Chile cayó en la trampa de los países de ingreso medio, que estamos inmersos en una mediocridad estructural producto de la falta de liderazgo y la acción de los grupos de interés y que las estrategias del pasado no son suficientes para proyectar el crecimiento en el largo plazo.

En su listado de los factores causantes del estancamiento hay, sin embargo, muchas omisiones, algunas graves. Consignemos algunas: el carácter destructivo que ha asumido la competencia política, las desigualdades y la falta de cohesión social, el rentismo y la ausencia de incentivos para impulsar la innovación, el predominio del corto plazo y la falta de un horizonte estratégico.

Todos estos factores explican la razón fundamental del estancamiento: el tipo de estructura productiva y la naturaleza de su especialización internacional. La apertura unilateral que se inició en dictadura y se profundizó en democracia con la apertura negociada a través de la multiplicación de tratados de libre comercio permitió la constitución de un sector exportador extraordinariamente dinámico, que según la OMC se expandió en volumen entre 1990 y el 2001 a una tasa promedio anual del 9,6%. En una economía pequeña como la chilena, el mayor o menor dinamismo exportador es una variable crucial. Exportaciones que crecen a altas tasas se constituyen en los principales motores del conjunto de la economía por su impacto directo y los efectos secundarios en proveedores locales, generación de infraestructuras y servicios asociados. Esta fue la base de la “década dorada” de los 90.

Ahora bien, entre el 2002 y el 2012 se registra una brusca caída de la tasa de crecimiento de las exportaciones a sólo un 3,2% anual, para terminar estancándose entre el 2012 y el 2023 con un magro 0,5% anual promedio. En este tiempo de importantes definiciones electorales, las razones del estancamiento y las propuestas para superarlo debieran estar en el centro de un debate profundo que deje de lado prejuicios vengan de donde vengan.

Por Carlos Ominami, Presidente Fundación Chile21

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