Columna de Carlos Ominami: En vez de la decadencia

El FMI dice que persiste el riesgo de descontento social en Chile por las demandas insatisfechas y el deterioro de la seguridad


No es nuevo. En 1959, A. Pinto lo advirtió en “Chile: Un caso de desarrollo frustrado”. Un año antes, Jorge Ahumada había publicado “En vez de la miseria” en donde analiza la “crisis integral” de Chile producto de la “falta de armonía de sus instituciones “. Y explica así nuestra pobreza a pesar de contar con recursos naturales que permitirían “vivir mejor que muchos países europeos”.

Luego de la tragedia de la UP y los años de dictadura, Chile inició una transición conducida por una amplia alianza que a través de cuatro gobiernos sucesivos produjo grandes activos: una transición pacífica, una exitosa reinserción internacional, avances sustanciales en verdad y justicia en DD.HH., alto crecimiento, importante reducción de la pobreza, inflación de un dígito. Así nos convertimos en referencia internacional y una excepcionalidad latinoamericana.

No es efectivo que ahora Chile se esté cayendo a pedazos como algunos proclaman. Hace pocas semanas, ni más ni menos que Janet Yellen, Secretaria del Tesoro de los EE.UU., se refería a Chile como “un tremendo líder” a propósito de sus avances en energías limpias. Por su parte, la OCDE considera que las expectativas de inflación para 2024 y 2025 están bien ancladas en torno a la meta del 3% anual y que el crecimiento en esos años debiera oscilar en torno al 2.5%.

No es ahora la miseria la que nos amenaza, pero si una mediocridad que si no se detiene conducirá a una decadencia de la cual será difícil salir.

La pendiente por la que venimos cayendo no se inició con este gobierno, remonta mucho más atrás y atraviesa por administraciones de muy distinto signo. Más aún, el gobierno actual exhibe avances en normalización como el ajuste fiscal y la reducción de la inflación.

Pero, múltiples indicadores dan cuenta de una situación delicada. Por de pronto, la parte de la población que cree que el país está progresando ha pasado de un 66% en el 2009 a un 18% en 2023 (Latinobarómetro). La confianza en instituciones fundamentales como el Congreso, los partidos políticos o el Poder Judicial ha experimentado un verdadero desplome (UDD). Algo semejante ocurre con la Iglesia Católica y los empresarios. La economía está relativamente estancada con un PIB potencial que ha caído del 6% durante los 90 a un 2% en la actualidad. Se agrega una severa crisis de seguridad con la instalación de grupos criminarles transnacionales, una gran fragmentación del sistema político, gobiernos y oposiciones mal evaluadas, una gestión pública muy por debajo de las necesidades y un evidente desborde migratorio.

Son muchas las cuestiones planteadas. Se pueden resolver, pero no todas al mismo tiempo. El que va por todo a menudo sale sin nada. Hay que partir por la sala de máquinas, por reformas que saneen el sistema político y faciliten acuerdos que detengan el ciclo de alternancias destructivas de los últimos quince años. Por suerte, en una segunda lectura el Presidente Boric así lo entendió.

Por Carlos Ominami, presidente de Fundación Chile21