Columna de Carlos Ominami: La urgencia de la segunda renovación socialista

Lugares Centro de Santiago
Foto: Andrés Pérez


La renovación del socialismo no es una exquisitez intelectual, tampoco una maniobra electoral. Constituye, por el contrario, una obligación imperiosa y urgente.

Chile se viene deslizando desde hace años por una pendiente que conduce directo a la decadencia. Son muchos los factores que apuntan en esa dirección: estancamiento económico, malestar ciudadano, crisis de seguridad, educación y salud de baja calidad para las grandes mayorías, desprestigio generalizado de las instituciones con epicentro en el último tiempo en la justicia.

La política, el espacio por excelencia en donde debieran adoptarse las medidas correctivas, está también severamente dañado. Esta es la razón principal de “¿por qué nos cuesta tanto cambiar?”, respondiendo a la pregunta que se formuló recientemente el informe del PNUD. En este sentido, los resultados de la última encuesta CEP no podrían ser más ilustrativos. Dos instituciones fundamentales de la democracia, el Congreso y los partidos políticos, se ubican en el más bajo fondo de la confianza ciudadana con 6% y 3% respectivamente.

En tiempos cortos hemos asistido a un deterioro precoz y acelerado del sistema de partidos políticos. Un síntoma es la fragmentación en más de 20 partidos que pueden llegar a 29 en los próximos meses y más todavía si no se aprueban prontamente reformas mínimas indispensables. El Congreso está corriendo el riesgo de hacerse irreformable. El sistema de partidos no puede dar cabida a emprendimientos políticos de grupos pequeños movidos por intereses a menudo subalternos. Pero ese no es el único síntoma, la primacía de los comportamientos individuales por sobre la acción colectiva es otro que se expresa con frecuencia. Desconectados de la ciudadanía, los partidos dejan de cumplir con su razón de existir: la representación de los intereses de los diversos sectores que componen la Nación.

Por su historia de luchas, sus aportes a la construcción de la República, su contribución decisiva a la derrota de la dictadura y a la reconstrucción democrática, columna vertebral del actual gobierno, recae sobre el socialismo una ineludible responsabilidad: encabezar la recomposición de un sistema de partidos que está en abierto proceso de descomposición.

La tarea es mayor. Para enfrentarla el socialismo debe, por de pronto, superar su propia fragmentación abriendo paso a un proceso de unificación de fuerzas. No basta, sin embargo, la convergencia de diferentes orgánicas. El socialismo necesita una renovación profunda de sus propuestas poniéndose a la altura de los tremendos desafíos que plantea el mundo actual: profundizar la democracia, dinamizar el crecimiento, cuidar el planeta, garantizar la igualdad de géneros, ampliar la protección social, luchar en contra de los abusos, poner el mérito por sobre el poder del dinero. A eso apuntamos con la propuesta de una segunda renovación socialista que permita construir una fuerza política de la cual sentirse orgulloso.

Por Carlos Ominami, presidente de la Fundación Chile21

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