Columna de Carlos Ominami: Mantener la calma
Trump 2 encarna un “tecnocesarismo” (G.Grissani). Este modelo combina innovación tecnológica, extrema concentración de la riqueza, soberanismo expansionista y protección identitaria. A nivel global, promueve el paso del antiguo orden internacional que buscaba basarse en reglas a uno nuevo basado en imposiciones.
La multiplicación de órdenes ejecutivas durante los primeros días, muestra que los discursos de campaña no eran simples bravatas. Trump sabe que las primeras medidas definirán la impronta de su segundo período y que el mundo tiene que tomarlo muy en serio. Esa es una condición fundamental para que funcione su estrategia transaccional. Para ser creíbles las amenazas deben cumplirse.
Es por eso que la situación es delicada. Nadie está a salvo y habrá que ver si se genera en el mundo una reacción poderosa favorable al restablecimiento del multilateralismo.
En el intertanto hay que mantener la calma. No se ganará nada con discursos altisonantes o medidas precipitadas. Declaraciones como la del Presidente Petro corren el riesgo de generar respuestas agresivas imposibles de sostener. Tampoco ayudan convocatorias como la de la Presidenta de Honduras a una reunión extraordinaria de la Celac, que a poco andar debió cancelarse. No es tiempo para improvisar respuestas.
El método de la Primera Ministra danesa Mette Frederiksen para enfrentar las intenciones de Trump sobre Groenlandia parece más adecuado. Por una parte, reafirmando una posición de principio en cuanto a la inviolabilidad de las fronteras y, por la otra, construyendo un respaldo sólido de los países más cercanos, Suecia, Noruega y Finlandia, al que luego asoció a Alemania y Francia.
El “sálvese quien pueda” no es una buena opción. Si la administración norteamericana percibe que no existe a nivel latinoamericano una concertación básica en torno a principios esenciales del derecho internacional, no tendrá limitaciones para presionar y arrancar concesiones indebidas. Por separado, cada país quedará a merced de la buena voluntad de un gobierno que privilegia las decisiones unilaterales.
Es cierto, en la actualidad priman las divisiones. A pesar de ellas, debiéramos ser capaces de articular una concertación regional entre los países disponibles, rigurosamente pragmática, en torno a cuestiones básicas: comercio, migraciones, drogas, crimen organizado. Asimismo, debemos asociarnos a los esfuerzos a nivel global para restablecer un orden más equilibrado. En fin, internamente es clave disponer de un frente unido. Esta es una ocasión inmejorable para mostrar el patriotismo de cada cual.
Trump es poderoso, pero no omnipotente. Su diseño puede fracasar si genera demasiadas resistencias y se abren demasiados frentes. Él lo sabe. Por ello, es probable que a la hora de tomar decisiones respete más a quienes han asumido una defensa digna y consistente de principios básicos. El ejemplo del Presidente Lagos, cuando en concertación con México se negó a apoyar la invasión a Irak, debiera inspirarnos.
Por Carlos Ominami, presidente del Foro Permanente de Política Exterior
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