Columna de Carlos Ominami: Se desgrana el choclo
La apabullante derrota del Apruebo en el plebiscito de salida del 4 de septiembre del 2022 fue el resultado de una convergencia muy amplia de fuerzas de derecha, centro e incluso de algunas personalidades de izquierda.
Una figura tan emblemática de las luchas democráticas como el ex Presidente Lagos no estuvo en esa ocasión dispuesto a avalar un texto que consideró “partisano” y optó por no pronunciarse. Esa actitud facilitó el quiebre de la centroizquierda y el tránsito hacia el rechazo de parte importante de las fuerzas que la componen.
Con la autoridad que le concede su trayectoria y la posición que adoptó en el plebiscito anterior, el ex Presidente ha vuelto a pronunciarse. Lo ha hecho esta vez de manera clara y categórica anunciando su voto “En contra” fundamentado en “una gran decepción ante la forma como ha concluido este proceso para crear una nueva Constitución”.
No es el único que ha revisado su posición. Así, el exministro Genaro Arriagada dijo que el proyecto constituye un “retroceso” que “apunta a una restauración conservadora” y “va en el sentido contrario de lo que habría imaginado”.
De igual modo, la exsenadora Soledad Alvear sostuvo que “el texto que se someterá a plebiscito constituye -en diversas disposiciones clave- el que la mayoría le impuso a la minoría, contiene un programa político de un sector y diversas de sus disposiciones ceden ante el populismo”. Por su parte, el exsenador Ignacio Walker afirmó “que este proceso constituyente fracasó en el sentido de que no hubo un acuerdo transversal” y que “la opción ‘En contra’ no es un salto al vacío”.
Asimismo, con sólidos argumentos, el abogado Jorge Correa Sutil puso de manifiesto que el texto de la Constitución tiene un conjunto innumerable de defectos calificándolo de “grandilocuente, vacío, tendiente a la judicialización, poco reconocedor de las diferencias culturales y políticas que existen en Chile”.
El frente del rechazo que hizo posible su triunfo en el plebiscito del 4S perdió cohesión. Figuras que fueron centrales en esa campaña no acompañarán la opción por el “A favor”. Sus razones son múltiples. El Estado social del artículo 1 es puramente retórico puesto que a renglón seguido se constitucionalizan justamente las políticas que han impedido avanzar en esa dirección. En materia de derechos de las mujeres el retroceso es enorme al poner en riesgo la ley de aborto en tres causales, mientras que la generalización de la objeción de conciencia constituiría una amenaza permanente a su salud sexual y reproductiva, y en definitiva al imperio del Estado de Derecho.
Este texto no cumple el objetivo de terminar con la incertidumbre y cerrar este largo y cansador proceso. Por el contrario, como lo demostró el ex ministro del Tribunal Constitucional, Gonzalo García, “es un arsenal a favor de la judicialización de toda la Constitución”. Los tribunales se llenarían de recursos y frente a la necesidad de reformarla nos encontraríamos con que el quórum requerido (3/5) es más alto que el de la Constitución vigente (4/7).
Por Carlos Ominami, economista
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