Columna de Carmen Le Foulon: Desafíos de un año electoral
Decir que Chile (y el gobierno) comienza 2025 frente a un escenario adverso es, probablemente, pecar de optimismo. No tiene sentido repetir en este espacio los problemas que nos aquejan tanto en lo económico como en lo social. Tampoco es alentador el panorama institucional. Para hacerles frente, se requiere de una mirada de mediano y largo plazo, y la implementación de manera urgente de reformas que aborden estos desafíos en toda su complejidad.
Lamentablemente, la tónica ha sido la opuesta. Reformas clave, como la de pensiones, siguen en entredicho. Y otras reformas fundamentales, como la reforma a las Isapres o sala cuna universal, no avanzan (y aunque no sea el tema de esta columna, la economía tampoco). Si al gobierno ya le resultaba difícil ordenar a su coalición y alcanzar acuerdos con los diferentes grupos de oposición, este año electoral el desafío será aún mayor. Y ya lo estamos viendo.
Pero es precisamente en estos momentos en los que se requiere liderazgo y mirada país. Candidatos que centran el discurso en el “antiotro” -en que no llegue al poder la derecha o izquierda- puede ser rentable electoralmente, pero no es suficiente para gobernar, ni menos para lograr las reformas que se necesitan. Se requieren líderes políticos que en vez de atrincherarse busquen avanzar en las reformas fundamentales.
La ciudadanía así lo entiende: un 65% prefiere que los políticos prioricen los acuerdos (CEP, 2024). Pero esos acuerdos no pueden ser vacíos; es central su contenido. Por ello, debemos exigir que el debate electoral que se avecina, entre primarias en junio y elecciones en noviembre, se haga sobre la base de propuestas concretas y no eslóganes.
Dada su relevancia, es natural que el foco de atención esté sobre las candidaturas presidenciales. Pero gran parte de lo que se logre hacer en el próximo período dependerá de quienes conformen el Congreso. Y no solo respecto al porcentaje de cada bloque o número de partidos, sino de quienes conforman cada uno de ellos; un sistema proporcional funciona en la medida en que las personas representan efectivamente la visión de su partido y actúan de forma cohesionada. Actualmente, no solo hay muchos partidos en el Congreso, sino que poco más del 25% de la Cámara de Diputados se declara independiente... ¡El doble de cualquier partido político! Por ello, se juega mucho en la definición de la listas; es la oferta que se le presentará a la ciudadanía. Esperemos que los partidos sean capaces de resistir la tentación de incluir en sus listas a figuras que puedan captar votos, pero no representan cabalmente sus ideas. En ese sentido, la reforma al sistema político, largamente dilatada, podría ser clave, y no solo por los elementos antidíscolos, sino también respecto a participación de independientes en cupos de partido. Así, podríamos terminar 2025 en mejor pie para abordar las reformas fundamentales.
Por Carmen Le Foulon, académica Escuela de Gobierno, UAI
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