Columna de Catalina Brautigam: Reforma tributaria, mirar más allá de la recaudación
La reforma tributaria debe ser una herramienta estratégica que permita al país afrontar los retos del panorama internacional.
El reciente discurso del Presidente Trump dejó en claro tres aspectos clave de la política tributaria que marcarían su gobierno, y uno de ellos merece especial atención: “No serán los americanos quienes van a pagar a otras naciones, sino estas últimas a los americanos (tariffs and taxes)”. Con esta declaración, Trump confirmó lo que era previsible: el desconocimiento, por parte de Estados Unidos, del Acuerdo Fiscal Global promovido por la OCDE. Este acuerdo fue diseñado para implementar un impuesto mínimo global a las multinacionales y frenar la erosión de bases imponibles. Al priorizar la soberanía fiscal y las leyes del Congreso sobre el consenso internacional, su decisión pone en jaque el futuro del pacto fiscal global. La desvinculación de la mayor economía del mundo no solo debilita la cohesión del acuerdo, sino que también podría incentivar a otros países a reconsiderar su adhesión, generando un escenario de fragmentación fiscal a nivel global.
Para Chile, este panorama plantea tanto desafíos como oportunidades en medio del debate sobre la reforma tributaria. Por un lado, la falta de consenso global podría dificultar la atracción de inversión extranjera, ya que otros países con políticas fiscales más competitivas podrían consolidarse como destinos más atractivos para los inversores. Por otro lado, este contexto ofrece una oportunidad única para que Chile redefina su política tributaria y logre equilibrar dos objetivos fundamentales: garantizar la sostenibilidad fiscal y fomentar la competitividad.
Esto requiere un enfoque pragmático que expanda el debate más allá de la dicotomía entre subir o bajar impuestos. Es clave establecer incentivos tributarios bien diseñados para atraer nuevas inversiones y fortalecer aquellas ya existentes. Por ejemplo, se podrían otorgar créditos adicionales a empresas que generen empleos en sectores estratégicos o implementar incentivos que impulsen la productividad en áreas como las energías limpias, el turismo sustentable o la manufactura avanzada. Los sistemas tributarios deben ser facilitadores del desarrollo, no obstáculos. Sin inversión, no hay desarrollo, y sin desarrollo, no hay impuestos que recaudar.
En línea con este análisis, el último Estudio Económico de Chile elaborado por la OCDE subraya que las perspectivas de crecimiento a largo plazo del país dependerán en gran medida de su capacidad para mantener la sostenibilidad fiscal e impulsar la productividad. La OCDE recomienda que Chile implemente reformas estructurales que fomenten la inversión en sectores estratégicos, promuevan la innovación y mejoren la eficiencia del gasto público. Asimismo, se destaca la urgencia de acelerar la transición hacia una economía más verde, lo que no solo contribuiría al desarrollo sostenible, sino que también abriría nuevas oportunidades de negocio y empleo.
En este contexto, la decisión de Estados Unidos de desvincularse del Acuerdo Fiscal Global representa un desafío para la comunidad internacional, pero también ofrece a países como Chile la posibilidad de reevaluar y adaptar sus políticas tributarias. Al enfocarse en la sostenibilidad fiscal, el aumento de la productividad y la promoción del desarrollo sostenible, Chile puede posicionarse favorablemente en el escenario económico global. Este enfoque no solo fortalecería su competitividad internacional, sino que también garantizaría un crecimiento inclusivo y resiliente para las futuras generaciones.
En definitiva, la reforma tributaria en Chile no puede limitarse a resolver los problemas inmediatos de recaudación. Debe ser una herramienta estratégica que permita al país afrontar los retos del panorama internacional, atraer inversiones y sentar las bases de un desarrollo sostenible a largo plazo.
Por Catalina Brautigam, directora de ARH Abogados
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