Columna de César Barros: El columnista furioso
La verdad, no sé de dónde salió este título, cuando yo no estoy en guerra con nadie. El jueves, aquí en Antilhue (Región de Los Ríos) tuvimos “un día esplendoroso” con sol. Desfilamos con el club de huasos, frente a una banda militar del Liceo Bicentenario de Los Lagos. En la tribuna, nuestro alcalde (PC) y nuestro Concejo, la alcaldesa de Valdivia y hasta los nuevos candidatos, toda una muestra de ecumenismo político. También desfilaron grupos folclóricos, los bomberos, motoqueros, y estudiantes de todas las edades. El pueblo entero aplaudiendo y celebrando. A uno se le olvidan -por un rato- la crisis de la Corte Suprema, los audios y la criminalidad.
Pero volviendo a la realidad, no puedo olvidarme de hechos anteriores. Uno es el informe de la PNUD, dirigido por el gran asesor social de Bachelet II, cuyos resultados coinciden -que sorpresa- con sus propias hipótesis históricas previas: “los villanos” que detienen el progreso de Chile son las élites políticas -particularmente las de derecha- y los empresarios. Los políticos porque desde el 2015 no se ponen de acuerdo, y los empresarios porque desde la misma fecha no invierten, y tienen un poder político tan sobrecogedor, que impiden todo cambio. Increíble hipótesis, cuando perdieron el primer y el tercer plebiscito constitucional, permitieron que se eligiera un presidente de la República de la alianza PC+FA, y que se sacaran de las AFP un cuarto de sus fondos.
Estos “empresarios villanos” antes del 2015 lograron que el país creciera durante 30 años como nunca en su historia. Pero ¿qué pasó desde 2015 en adelante? Básicamente malas políticas transformaron el binomial en un multinominal, bajamos a los estudiantes de los patines, maltratamos a la salud y a la educación privadas, permitimos una inmigración sin control y tuvimos legislaciones tributarias fatales. También se dio paso a una permisología sin rumbo y sin control. Todo eso partió por ahí por el 2015, cuando el director del estudios del PNUD era el “gran asesor” presidencial. Eso trancó la inversión y con eso se detuvo el crecimiento. Creamos políticamente a los “villanos” que permitieron los retiros de las AFP, y que no se ponen de acuerdo para combatir el crimen, ni la inmigración descontrolada.
Pero el verdadero “villano” de Chile es la falta de inversión y crecimiento, que produce desesperanza, crea frustraciones, y exacerba las tensiones. Pero esta no es culpa de los empresarios, es culpa de políticas públicas de mala calidad. Y la actual élite política -los otros “villanos” según el PNUD- son culpa de un sistema político perverso que nos resistimos a cambiar. El estudio del PNUD es tan frágil que no pudo captar el drama de nuestro sistema judicial, destapado por casualidad por los audios. Era “un villano oculto” que el PNUD no pudo “cachar”, pero que era vox populi. Como ese profesor/autor de fama, que después de pernoctar un par de días en Chile, determina que seguiremos subdesarrollados per saecula saeculorum, solo por “el amiguismo” -un pecatus chilensis-, como si no existiera en los EE.UU., España, Italia o el Reino Unido. Echarle la culpa a un pecado universal, haciéndole el quite a las malas políticas seguidas desde el 2015 en adelante, es como la venta del sofá de don Otto.
Por César Barros, economista
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