Columna de César Barros: El Rechazo no es mío ni tuyo: es de todos

Celebracion Rechazo


Cuando escucho decir que en el plebiscito del 4/9 “triunfaron nuestras ideas” (o que “fuimos derrotados por las ‘fake news’”), me da un poco de vergüenza ajena. Muestra soberbia e ignorancia. Por una parte, el deseo irrefrenable (de algunos ciegos) de pensar que ahora la retroexcavadora cambió de piloto. Y, por otra, el de malos perdedores, que creen que los votantes son ingenuos, o derechamente descerebrados.

En esa ocasión, votó un 35% de ciudadanos que antes nunca votaron. La izquierda y centroizquierda -antes- sacaba normalmente algo más del 50% del Parlamento, y la centroderecha un poco menos. ¿Qué ideología tiene este nuevo 35%? Es difícil saberlo, pero sería aventurado decir que son todos de centroderecha. Esas personas -claramente- no fueron parte activa del mal llamado “estallido social” que ahora vemos empequeñecido frente a la realidad maciza del 4/9. Tampoco votó en el plebiscito de entrada con su contundente 80/20. Con voto obligatorio, ¿habría sido 80/20 o 50/50? Imposible saberlo, y por eso resulta del todo peregrino pensar que ese nuevo 35% de votantes represente “nuestras ideas”, o que es una víctima especialmente crédula de las “fake news”.

Probablemente, muchos de ellos sintieron temor por el futuro de sus ahorros previsionales. También por ser obligados a futuro a dejar su sistema de Isapres (con sus fallas evidentes) y volver a las colas de la salud pública. Muchos deben ser evangélicos, otros muchos se sienten católicos. Todo ese 35% ama su bandera, su escudo y sus tradiciones enraizadas en nuestro pasado rural común, aspectos que fueron ridiculizados, puestos en duda, o de frentón estigmatizados por parte de la Convención Constitucional (CC) y por las turbas violentas de antes, durante y después del mal llamado estallido. Pero, ¿son la bandera, el escudo, la cueca y el rodeo monopolios de la derecha? Afirmarlo es una audacia. Por años, el FA en el Congreso quiso suprimir por ley el rodeo. Nunca fue capaz de lograrlo. Y el apoyo al deporte nacional no fue solo de la derecha: había una “bancada rural” que atravesaba ideologías, que estuvo siempre del lado de nuestras tradiciones.

El ambiente que siguió al 18/10, con banderas negras y mapuches, las quemas de nuestro emblema patrio, la destrucción de los monumentos a nuestros héroes, los incendios y la violencia -todo esto aplaudido en la CC-, llevó a ese 62% a dudar del proyecto de nueva Constitución (NC). Añádase a eso la violencia de la Macrozona Sur, la inmigración descontrolada, los portonazos y las organizaciones de narcos, que siguieron su curso imperturbable posestallido. Por lo tanto, no fue ni ideología, ni “fake news”, fue más bien un sentir generalizado de rechazo a lo que estaba ocurriendo adentro y afuera de la CC.

Los problemas permanentes de Chile (inflación, delincuencia, inmigración y terrorismo) no son de derecha ni de izquierda, son de todos en su origen y en su eventual solución. Y del mismo modo, el triunfo aplastante del Rechazo no es de nadie en particular, sino más bien de todos. No tiene ideología. Solo comparte amores y temores, los mismos de todos los chilenos, salvo en una minoría cursi, en la academia, en “Ñuñork”, en los animalistas, y otros “istas” (o “istes”).

El Congreso no la tiene tan difícil ahora. Bajen la retórica, usen el sentido común. Conéctense con la realidad del país. Piensen juntos sin soberbias, y podrán sacar un nuevo proyecto constitucional que sí triunfe con un genuino 80/20.

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