Columna de César Barros: ¿La pax Boric?
La vida política de Chile ha sido siempre enconada. Valdivia y sus sucesivos motines; luego patriotas contra realistas y después pipiolos contra pelucones, hasta que Diego Portales y el general Prieto -ayudados por don Andrés Bello- dijeron ¡basta! Se puso mano dura y se impuso por la fuerza la Constitución del 33, pero asesinaron al padre de la República en Quillota, durante un golpe militar fallido.
Pero no hubo mucho descanso: conservadores y liberales -pasada la Guerra del Pacífico- se enfrentaron por temas religiosos y políticos (“progres contra fachos” versión siglo XIX). Vino la Guerra Civil del 91, y un cambio constitucional nefasto, que duró hasta “el ruido de sables”. Se sacó adelante la Constitución del 25, pero alejando a Alessandri Palma en forma indigna y luego a don Carlos Ibáñez ídem. Golpes militares varios, y retorno de Alessandri.
Desde la “pax portaliana” hasta el 91 hubo estabilidad, construcción institucional y progreso económico. Pero después nos volvimos a agarrar: por la Guerra Fría (González Videla vs. el PC). Y luego una guerra sin cuartel, entre la izquierda y la derecha. La reforma agraria, la UP, y luego el 11/9/73; ahí comenzamos a odiarnos más que antes (y no sin razones). Hasta que el pueblo de nuevo habló: ganó el No, se negociaron cambios a la Constitución y se eligió a don Patricio Aylwin, que inició los odiados 30 años de la “pax concertacionista”, el periodo de mayor progreso de Chile en su historia, superando con mucho al anterior período de paz y progreso que duró desde Portales hasta Santa María. Hubo olvidos y hubo errores, muchos de los cuales fueron lo suficientemente importantes que desataron ese octubre de 2019. Los acuerdos de la “pax concertacionista” fueron solo parciales, pero hubo paz y progreso como nunca antes.
Y llegó octubre de 2019, y se desataron de nuevo los odios, el vandalismo y la violencia. Tuvimos que elegir entre extremos (casi casi entre Kast y Jadue). Pero de nuevo el pueblo habló: quiso una nueva Constitución. El primer intento fue de nuevo de rabias desatadas y fracasó (miren al Perú con su sistema unicameral) mal conducido por Atria, Bassa y Loncon.
Y ahora, por primera vez en décadas -quizás siglos- la centroizquierda se da la mano con la centroderecha, no para meter parches como en los 90, sino para lograr un acuerdo social completo. En ese acuerdo, quedaron atrás -salvo para mentes afiebradas- el insulto, el maltrato y las pasadas de cuentas. No se escucharon palabras como “facho”, “rojo” (salvo Edwards) o “pinochetista”. Y llegaron políticos jóvenes a la decisión: Macaya, Schalper, Mirosevic, Soto. Y por supuesto el Presidente Boric y sus ministros más importantes: Marcel, Tohá y Uriarte.
Este acuerdo es un hito histórico, no solo por sus implicancias políticas, sino porque, como dijo sabiamente el presidente del Senado, sana heridas de muy larga data. Notable la concurrencia del PC. Lamentable la ausencia de JAK y de los “bad boys”. Y si todo sale bien (crucemos los dedos) puede que venga otro periodo de paz y progreso: “la pax Boric”.
Por César Barros, economista
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